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Actualizado: 1 de junio de 2025
El loco, con el cuervo al hombro, gesticulando y hablando como en sueños, caminaba, caminaba sin cesar, desde el Holderloch al Sonneberg, y desde el Sonneberg al Blutfeld. Mas durante aquella noche el pastor Robin, de la granja de «El Encinar», iba a ser testigo del más raro y emocionante espectáculo.
Irresistible debía de ser esta embriaguez cuando a persona tan grave y calificada como D. Juan Casanova se le subió a la cabeza hasta hacerle caminar delante de la comitiva con el sombrero en la mano, gesticulando y hablando solo como un loco. «¡Cuándo habíamos de pensar exclamaba agitando el sombrero! ¡Cuándo habíamos de pensar que se reunieran en nuestra villa tantas notabilidades, tantas personas eminentes del clero, de la administración y de la milicia! ¡Alegraos, vecinos de Peñascosa! ¡Alegraos!
Mientras los otros le explicaban, gesticulando, lo que a él le sonaba a griego, el sueño, la ira, el remordimiento le llenaban de avisperos el cerebro.... Hubiera mordido, pateado y llorado de buena gana. Se le cerraban los ojos, le ardían las orejas, se le doblaban las piernas... «Había caído en un lazo por débil, por imbécil.
Recorría las calles con el tomo en la mano, entraba en las librerías y se enteraba de cuántos ejemplares se habían vendido, iba a los cafés y leía en alta voz algunos versos dejando estupefactos a los parroquianos, y en todas partes voceando y gesticulando dilataba la fama del poeta. Tristán agradecía aquella devoción; pero no lo bastante; hay que decirlo sin ambages.
¡Queridos hermanos en proyecto! comenzó gesticulando con los dos palitos de comer que usan los chinos. ¡Animal! ¡suelta el sípit que me has despeinado! dijo un vecino. «Llamado por vuestra eleccion á llenar el vacío que ha dejado en»... ¡Plagiario! le interrumpió Sandoval; ¡ese discurso es del presidente de nuestro Liceo!
Desde el balcón le vieron las dos señoras salir a la calle, pasar la acera de enfrente, mirar hacia la casa... Ocultáronse ellas entonces, y asomándose con cautela por entre los hierros, viéronle seguir, gesticulando y haciendo molinete con el bastón. A cada instante se paraba y volvía hacia atrás. Daba unos cuantos pasos y otra vez por la calle arriba.
Todo esto se lo decía en voz gutural don Custodio á su vecino Ben Zayb gesticulando, encogiéndose de hombros, consultando de tiempo en tiempo con la mirada á los demás que hacían movimientos ambiguos de cabeza. El canónigo Irene se permitía una sonrisa bastante equívoca que medio ocultaba con la mano al acariciar su nariz.
Los hombres de ciencia, Ben Zayb, ¿sabe usted lo que que son? dijo el franciscano con voz cavernosa sin moverse casi en su asiento y gesticulando apenas con las descarnadas manos.
Bordadores, sastres, guarnicioneros, todo Israel se ha echado a la calle... Los hombres, con gorro de terciopelo y medias de lana azul, gesticulando en grupos, con mucha algazara... Las mujeres, desencajadas, abotagadas, tiesas como ídolos de madera, con sus faldas escurridas, con peto de oro y el rostro rodeado por cintas negras, mézclanse uno y otro grupo chillando como gatas... En el momento de llegar yo, se arremolina la muchedumbre... Apoyado en sus testigos, el judío, personaje principal de la comedia, pasa por entre dos setos de gorros, bajo una lluvia de exhortaciones.
Rosa los reconoció en seguida: era una partida de mozos de Riofrío: entre ellos iba Celesto, gesticulando alegremente, con el descomunal sombrero de fieltro en el cogote. Los amantes dejaron escapar un suspiro de placer y se miraron risueños. Ya no me acordaba dijo Rosa de que mañana es la fiesta de Santa Teresa en Marín.
Palabra del Dia
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