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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Y si le admiráis dormido sobre sus áncoras, ¿qué diríais, pues, si le vieseis dar caza a un desventurado buque mercante? ¡No! jamás caballo de carrera con la boca espumante bajo el freno, ha saltado con tanta impaciencia como El Gavilán, cuando el piloto no le dejaba precipitarse sobre el buque perseguido.
Haz también arriar las barrederas; si la brisa nos ayuda, nos batiremos sobre las gavias; es el mejor portante de El Gavilán. Cuando la maniobra fue ejecutada, Kernok arengó a sus hombres en la siguiente forma: Muchachos, he ahí una corbeta que tiene las costillas sólidas; estrecha tan de cerca a El Gavilán, que no podemos esperar escaparnos de ella; además, tampoco es necesario.
Alentado por los elogios, Gavilán se consagró a hacer imágenes de tamaño natural, no sólo en madera, sino en piedra de Huamanga, algunas de las cuales existen en diversas iglesias de Lima. La obra más aplaudida de nuestro artista fué una Dolorosa, que no sabemos si se conserva aún en San Francisco.
Con esto suspendió el auditorio que había llamado senado, y les encendió el deseo de no dejar de ver todo lo que yo sabía. Volvióse a mí mi amo, y dijo: "Volved, hijo Gavilán, y con gentil agilidad y destreza deshaced los saltos que habéis hecho; pero ha de ser a devoción de la famosa hechicera que dicen que hubo en este lugar."
En aquel instante mismo, los dos navíos se abordaron. Los tripulantes ingleses que quedaban estaban en los obenques y sobre los empalletados, con el hacha a punto, el puñal entre los dientes, prestos a lanzarse de un brinco sobre el puente del brick. Un gran silencio reinaba a bordo de El Gavilán.
Cayó la inexperta moza en las garras del gavilán, pero apenas éste satisfizo su capricho, huyó bonitamente el cuerpo, no volviendo á cuidarse más ni de los ducados prometidos ni de la muchacha, que en vano trató de hacerle cumplir su ofrecimiento.
Quedó Nieves como inocente paloma en las garras del gavilán. Pero éste, viendo que no podía saciarse, porque le sujetaron los brazos, se desprendió bravamente, dejó el salón, dónde se había armado el consiguiente jollín, y salió a la calle. Pablito caminaba a paso lento, harto sofocado aún, cuando sintió un terrible dolor en el brazo.
Pronto lo veremos, ¡pardiez! ¡Muchachos! el casco sólo vale veinte mil piastras; pero, paciencia, El Gavilán extiende su alas y bien pronto mostrará sus uñas. ¡Vamos, muchachos! ¡remad, remad firmes! Y animaba con la voz y con el gesto a los marineros que, encorvados bajo los largos remos del brick, doblaban la velocidad que le daba la brisa.
Melia comenzó por bendecir a la Providencia porque había protegido con tanta solicitud a toda aquella honrada sociedad, que el brick mecía sobre las aguas; porque, gracias a la incuria que de momento reinaba a bordo, si una tempestad se hubiese elevado durante la noche, todo se hubiera ido a rodar, El Gavilán, Kernok, la tripulación y los diez millones, ¡qué lástima!
Yo que, pasado el estupor, me disponía a emprender la fuga, apenas tuve fuerzas para contestar al saludo. Siento mucho haber hecho el papel de gavilán... Pero las tortolitas no deben asustarse, que no vengo a comérmelas...
Palabra del Dia
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