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Jamás el halcón, rozando el agua con el extremo de su ala, ha volado con tanta rapidez como el hermoso brick, cuando, impulsado por la brisa, sus gavias y sus juanetes izados, se deslizaba por el Océano, de tal modo inclinado, que los extremos de sus vergas bajas desfloraban la cima de las olas. ¡Ciertamente, no hay un brick más hermoso que El Gavilán!

Y los piratas, fatigados, se lanzaron sobre el puente; Kernok dejó a El Gavilán al pairo hasta el amanecer, y fue a gustar de algunos instantes de reposo, con la satisfacción de un hombre opulento que se encierra en su alcoba después de haber dado una fiesta suntuosa a sus invitados.

Después echó mano de la bocina: ¡Cada uno a su sitio para largar las gavias y los foques! ¡En línea para largar los juanetes y los contrajuanetes, a aparejar las barrederas altas y las bajas! y vosotros, muchachos, a los remos; si podemos tomar el viento, El Gavilán no tiene nada que temer.

Verdad que a todas estas reformas le estimulaba la competencia desastrosa que le hacía Poca Ropa, el cual tenía su instituto en la calle del Reloj, al otro extremo de la villa. ¿Qué escándalo es éste? gritó don Roque con voz estentórea acercándose a la inmunda casucha. Tres o cuatro muchachos que había en la calle huyeron como pajarillos a la vista del gavilán. Pero quedaban las palomas.

No haga usted caso dijo el torero, dirigiéndose á Clara, que estaba sin aliento, oprimida por la mano de la jamona, como la tórtola en las garras del gavilán No haga usted caso, niña, que ésta suele rezarle un Padre nuestro á san cuartillo.

La tripulación le comprendió perfectamente; la alternativa era inevitable; así, gracias a las velas de que estaba cargado y a sus vigorosos remeros, El Gavilán comenzó a hacer tres nudos. Pero Kernok no se engañaba sobre la marcha de su buque; veía bien que la corbeta inglesa tenía sobre él una ventaja real, puesto que venía con el viento.

Después el fuego se comunicó de la estopa a los cabellos, de los cabellos a las plumas, y el acróbata improvisado, el desgraciado Grano de Sal, absorbió tanto calórico, que su piel se resquebrajó y crujió bajo su ardiente envoltura. Al principio todos reían, hasta derramar lágrimas, a bordo del Gavilán.

Allega tu pico, paloma real, allega tu pico, que no soy gavilán. ANDREÍ

10 mas todo lo que no tuviere aleta y escama, no comeréis; inmundo os será. 11 Toda ave limpia comeréis. 13 y el ixio, y el buitre, y el milano de toda especie, 14 y toda especie de cuervo, 15 y el avestruz, y el mochuelo, y la garceta, y el gavilán de toda especie, 16 y el halcón, y la lechuza, y el calamón, 17 y el cisne, y el pelícano, y la gaviota,

Melia quiso rehusar, pero, ¿cómo resistir a su dulce amigo? ¡Vivan los camaradas y los bravos hijos del capitán de El Gavilán! dijo Kernok después de haber bebido. ¡Hurra! contestó la tripulación en voz fuerte y sonora. La orgía había llegado a su apogeo.