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Actualizado: 23 de junio de 2025


Sabed que los principios aplicados en mi construcción fueron caprichosos, y más caprichoso aún, el empeño de construirme sin gastar un solo maravedí y llevar á cabo su empeño

Este le informó, mientras llegaban a la puerta del parque y lo atravesaban, de los últimos sucesos de su vida. Se había casado, en efecto, en México con una viuda que ya tenía dos hijos bien crecidos, casi hombres. La madre tenía muy mimados a sus chicos y les dejaba gastar cuanto querían. Como no tenía mucho dinero que darles, se empeñaba en que él subvencionase a sus vicios. Naturalmente, yo...

¡Qué quieres, hombre! dijo algo amoscado por haberse enterado los dependientes de la filípica ; no todos somos duques ni se nos enredan los millones en los pies. ¡Qué millones! ¿Se necesitan millones para tener un despacho limpio y confortable? Lo que debes confesar es que te duele gastar una peseta en adecentarle. Te lo he dicho muchas veces, Julián; eres un pobre y toda la vida lo serás.

Moreno gastaba y gastaba mientras tuvo que gastar, y yo le iba enseñando los placeres de la vida. ¡Pobre tonto!... Quedó encogida en su asiento y con la cabeza baja después de hablar así. Parecía haberse empequeñecido. Al levantar los ojos encontraba la mirada severa del español y volvía á bajarlos, fijándolos en la botella.

No he tocado nunca aquel dinero, y á pesar de la estrechez con que hemos vivido, jamás me atreví á gastar ni un solo doblón. Me parecía que debía guardar aquello para otros dias, que yo esperaba sin saber por qué. Por instinto lo conservaba intacto, aunque pensaba que jamás cambiaría de estado. El tesoro existe en el mismo sitio en que lo encontré.

Los Reyes... no debieron salir de aquí... no servían para el mundo; bien se vio.... Yo, el último, ¿qué soy? Un miserable, un ignorante, que no ha ganado en su vida una peseta, que sólo sabe gastar las ajenas. Un soñador... que creyó algún día llegar a ser algo de provecho a fuerza de sentir con fuerza cosas raras y de las que ni siquiera se pueden explicar. ¡A esto vino a parar la raza!».

¡Cuánto sufría! ¡Interesada ella, que sólo le hizo gastar en unos cuantos cafés! ¡Desbaratacamas una mujer a quien no consiguió besar sino tres o cuatro veces en la nuca y por sorpresa!

De allí, en tres dias, entramos á los indios Leyhanos, nacion que habita á doce leguas de los Barconos: tenian poca vitualla, porque la langosta habia destruido casi todos los frutos, y por no gastar lo que llevábamos, volvimos á caminar, pasada la noche; y en cuatro dias anduvimos 16 leguas, y llegamos á otra nacion llamada Carconos, que, aunque habian padecido la misma plaga, tenian mas comida.

Ya reconocerá que su mujer no ha de estar siempre metida en casa. Cuando se casó con una criatura como , se haría cargo de todo esto. No le cogerá de susto. ..., es verdad... dijo doña Beatriz ; pero Braulio tiene razones poderosas. ¿Por qué he de avergonzarme de decírtelas? Somos pobres... ¿Cómo gastar en trajes?... ¿Y para qué esos trajes?

La bondad de su padre le consentía gastar todo su sueldo en caprichos y placeres. Era un hijo de familia mimado que vivía en su casa como en una fonda. Al revelársele su situación quedó sumido en profundo abatimiento. Salió de él bastante cambiado. Sus pensamientos fueron más graves, más tristes, más prosaicos.

Palabra del Dia

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