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Actualizado: 23 de junio de 2025
Pues una dama que arrastraba vestidos de seda y terciopelo con vistosas pieles; una dama de cabellos rubios, que en bucles descendían sobre su alabastrino cuello. La tal solía gastar quevedos de oro, y á veces estaba sentada al piano tres días seguidos. Sabed cómo la conoció Pacorro y quién era aquélla celestial hermosura.
Se recibió la Real Orden para gastar 3000 reales en la fiesta de San Francisco de Borja de la cantidad concedida para la del Santo Rey don Fernando. Sábado 30 de Septiembre y lunes 2 de Octubre, hubo cañas y toros en la Plaza de San Francisco á que asistió el Cabildo de la Santa Iglesia en el sitio de la ciudad en dos arcos y medio.
La iguala que tenía con el escribano era de las más cuantiosas del lugar: cada año cincuenta reales. Esto, no obstante, le parecía muy poco para pagar tanta visita, por lo cual, según Serafina, el boticario buscaba compensación recetando mucho y obligando al escribano a gastar su dinero en potingues de los que él elaboraba en su casa.
Entonces la joven se acercó á él con semblante pálido que desmentía su forzada sonrisa. Pero, guasón, ¿te has creído la simpleza que acabo de decir? ¿Es que no se puede gastar una broma?... ¿Cómo has podido figurarte que yo me había de chalar por ese titiritero? El majo se calmó, soltó el cuchillo y se dejó caer sobre una silla. Soledad se sentó á su lado y charlaron un rato.
Y aquel señor cura se le presentaba con siete mil reales, que él, Bonifacio, podría gastar en lo que quisiera, sin que persona nacida lo estorbase ni lo supiese. Es más, el secreto era allí lo principal. Y ¿cómo guardar el secreto haciendo ingresar aquellos miles en lo que llamaba D. Juan Nepomuceno la caja?
Ya se ve, como no tiene hijos... no sabe en qué gastar el dinero. ¿Se ha fijado usted en aquellos grandes ramos, monísimos, con flores de tisú de oro y hojas de plata? Sí replicó Fortunata que atendía con toda su alma . ¡Los que se pusieron en el altar el día de Pentecostés! Los mismos. Pues los regaló Jacinta.
A primera vista parece que buenas deben ser todas las palabras, puesto que sirven todas para hablar, o sea para gastar conversación, que es el fin que parecemos proponernos; esto es un error, sin embargo, y error grave. Palabras hay malas, profundamente malas por sí mismas, y sin necesidad de accesorios, que forman por sí solas oración y sentido, por más que suelan ellas no tener sentido común.
No pretendo ser irreprochable se decía ; pero, sin embargo, no soy un pillo; por lo menos estoy resuelto a contenerme. Prefiero soportar las consecuencias de mi propia conducta y no hacer creer que soy el autor de un acto que nunca habría cometido. Jamás se me hubiera ocurrido gastar ese dinero para divertirme... sólo cedí a una tortura.
Dije virtudes, riquezas y liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo; que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas comoquiera, sino el saberlas bien gastar.
Porque considerando el fervor y santa vida de los nuevos cristianos y las apostólicas fatigas de los obreros evangélicos, que con vivir en semejantes trabajos, á los que de sí escribe el Apóstol San Pablo, estaban siempre alegres y con una boca de risa, se mudó en otro hombre y se le inflamó el corazón en vivísimos deseos de unirse más estrechamente con Dios, y gastar su vida en servicio de aquella nueva cristiandad, y de hecho dió luego muestras de cuán de veras lo decía.
Palabra del Dia
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