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Actualizado: 4 de junio de 2025
No siempre se destinan las coplas para acompañar el baile: entónanse á veces por jóvenes galanes bajo las ventanas de sus amadas, ó por dos improvisadores en lid poética.
y aunque esclavos feroces y muros densos, á audacias de galanes ponen respeto, ama la hermosa, que no hay puertas ni muros que amor no rompa. Nace en la ardiente vida y allí se esconde, que el alma tiene el gérmen de los amores, y comprimidos, se exhalan misteriosos en los suspiros.
Al fin dejó de sonar el piano repentinamente. Las parejas, en virtud del impulso adquirido, dieron otros tres o cuatro saltos sin música, lo cual hizo sonreír a Marta. Antes de sentarse, las muchachas pasearon unos momentos por el salón de bracero con sus galanes, anudando alguna rota e interesante plática. El pianista recibía las gracias efusivas del pollastre del pelo por la frente.
El espíritu de don Quintín se llenó de sombras: parecía que en su pensamiento se habían juntado el furor de los héroes clásicos, la melancolía de los galanes románticos y el escepticismo de los protagonistas de drama moderno, todo lo cual, el pobre hombre, instintivamente, resumía en aquella horrible frase de su querida: «Sin bolsa llena, ni rubia ni morena.» Dicho lo cual se fue.
El cronista de la hermandad de Nuestra Señora de la Novena, cuenta que en el año de 1631 entró María Riquelme en la cofradía, y que á causa de su belleza, y de su talento divino para la escena, había estado expuesta á las pretensiones de muchos galanes; pero que jamás se oyó nada que perjudicase en lo más mínimo á su honra, sino que, antes bien, su vida fué ejemplar como la de una santa.
Delante de él, que volvía solo por la calle sombría adelante, solo entre la muchedumbre de sus amigos y amigas, distinguió dos bultos que caminaban muy juntos, cogidos del brazo, según era permitido en aquella época a las señoritas y a los galanes; eran Marta Körner y Nepomuceno, que se habían adelantado, huyendo la vigilancia del alemán, que no gustaba de tales confianzas.
Sólo así y no por violencia, miedo o tutela constante, tendrá verdadero mérito que resplandezcan en ellas la entereza y la persistencia con que mantienen su inmaculada virtud, defendiéndola de todos los ataques y asechanzas de los galanes seductores.
En buen hora respondió el huésped. Y volviéndose a la moza, dijo: Costancica, di a Argüello que lleve a estos galanes al aposento del rincón, y que les eche sábanas limpias. Sí haré, señor respondió Costanza; que así se llamaba la doncella.
Hay sobre todo dos personajes, que se distinguen de todos los demás de la comedia: uno es el hermano de Floristán, tipo de aquellos segundos galanes, tan comunes en las obras dramáticas posteriores, prontos siempre á casarse con la dama abandonada por el primero, y muy útiles para sacar al autor de embarazo; y otro el criado enamorado de la criada, que por su afición á las intrigas, por su cobardía, etc., nos ofrece los rasgos característicos del gracioso.
Dejemos de contarlas una á una, Porque era menester un largo canto, Y mas que en todas ellas no hay alguna, Que no tenga mil gracias; y esto tanto, Que pára á media noche allí la luna, Y el sol á medio dia, tanto cuanto Por cobrar nueva luz y resplandores De las damas de Lima y sus primores. Pues oigan los galanes amorosos, Y templen su contento.
Palabra del Dia
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