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Actualizado: 4 de junio de 2025
Arrogantes galanes, á fe mía, dijo Simón á Roger, que olvidado de todo contemplaba con embeleso espectáculo tan nuevo para él. Lo que yo pienso, dijo á su vez Tristán, es que si pudiera apoderarme de uno de aquellos alegres jinetes y hacerle pagar rescate, podría también comprarle a mi madre un par de vacas.... No seas cernícalo, Tristán, repuso Simón.
Rabiosamente idealista, como pretendían demostrar sus rizos y su nariz, no podía tolerar que en una ficción novelesca entrasen damas que no fueran la misma hermosura, galanes que no fueran la caballerosidad en persona. Por eso, saliendo á defender los fueros del idealismo, tomó la palabra, y con áspera y chillona voz, me dijo: «¿Pero está usted loco? ¿Qué arte, qué ideal, qué estilo es ése?
Los esclavillos negros, en tallas de búcaro o en blanco y fino barro de la Rambla, brindaban con el agua cristalina y fresquísima de las fuentes más puras y nombradas. Los mercaderes de poca monta desplegaban en sus azafates de paja de la India las cintas y listones que, halagando el gusto y afición de las muchachas, hacían caer en la tentación de comprarlas a los galanes y mancebos.
Entre la plebe, las personas curiosas se preguntaban unas a otras quiénes eran aquellos dos galanes.
Con esto se consoló algo el sacristán, y se despidió de Cortado, el cual se vino donde estaba Rincón, que todo lo había visto un poco apartado dél; y más abajo estaba otro mozo de la esportilla, que vió todo lo que había pasado y como Cortado daba el pañuelo a Rincón, y llegándose a ellos, les dijo: Díganme, señores galanes: ¿voacedes son de mala entrada, o no?
Doña Manolita remedaba a doña Luz en vestido y peinado, y la seguía o acudía adonde la llamaba. Decía doña Manolita que era ella para doña Luz lo que para los galanes de las comedias de capa y espada el lacayo gracioso; y recordando que en varias comedias de las mejores este lacayo se llamaba Polilla, decía a doña Luz: «Hija, yo soy tu Polilla».
Observamos también decidida predilección por la pintura de ciertas situaciones, y la ausencia de todo fin moral directo; que lo cómico alterna con lo patético, las más veces como parodia del segundo, y revestidos ambos de las formas métricas más bellas; que la lírica se muestra de continuo fuerte y poderosa; y por último, que en sus planes, según se deduce de la afición que muestra Torres Naharro, se vislumbran ya los rasgos capitales de aquellos argumentos, que se repiten luego con tanta frecuencia en la escena española; á saber, las aventuras amorosas de sus fogosos galanes, las heroinas apasionadas y astutas, y sus padres y hermanos llenos de orgullo, siempre dispuestos á sacar su puñal para lavar en sangre su deshonra, y fáciles sin embargo de aplacar .
De esta mujer decían lenguas pecadoras que lo que más provecho la dejaba no era manejar los alicates con que hacía rosarios de alambre y cuentas de vidrio, sino el servir de cobejera entre damas y galanes.
Veía a las jóvenes, con trajes claros, columpiándose en las mecedoras, los negros cabellos en trenza, adornados con alguna flor de vivos colores, mientras sus galanes, montados sin etiqueta en las sillas, departían con ellas en voz baja o les daban aire con el abanico.
Es cruel que tan lindo amor se consuma durmiendo, envejezca, y acaso, acaso, tenga el infortunio de que se le apolillen las alas. De seguro que hay mil galanes por ahí, por esos mundos, que caerían rendidos a tus plantas, si llegasen a verte. De seguro que habrá uno entre ellos a quien tú debes amar. Pero ¿cómo han de adivinar que estás aquí? ¿Por qué has de jugar con ellos al escondite?
Palabra del Dia
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