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Actualizado: 17 de septiembre de 2025
La señora de Freneuse miró con extrañeza mezclada de asombro á Cipriano y éste añadió con acento de bondad: Tragomer me lo ha prometido y tengo confianza en él. Pero ¿cómo sabremos lo que suceda? Todo lo he previsto. Mi ayuda de cámara recibirá nuestras cartas y se las traerá á ustedes; así estarán al corriente, sin recibir una correspondencia directa.
Freneuse reconoció que había empeñado los brillantes entregados voluntariamente por su querida, pero niega la venta de las papeletas y pretende haberlas entregado á Lea Peralli con un pagaré de cien mil francos, que según él, hubiera recogido su familia, lo que hacía desaparecer su deuda con aquella muchacha.
El abandono fué completo y la huída general. ¿Á qué vienen hoy á acusarme? Tragomer ha necesitado dos años para cambiar de opinión y eso, ¿sabe usted por qué? Porque ama á la señorita de Freneuse y no ha podido olvidarla aunque lo ha procurado viajando por el mundo. En cuanto á Marenval, es un snob, á quien se hace ir á donde se quiere sin más que prometerle que hablarán de él los periódicos.
El día anterior al en que las señoras de Freneuse estuvieron en el yate, Marenval y Tragomer estaban dando su paseo ordinario, cuando en la orilla de la Serpentina encontraron á miss Maud que iba á pie, seguida de un lacayo y de su coche. ¿Dónde están sus hermanos de usted, miss Maud? preguntó Cristián. En el círculo de los Arqueros, donde según parece hay una apuesta de las más interesantes.
Precisamente la certidumbre de que Sorege no hablaba nunca con franqueza era lo que alejaba de él á Tragomer, el cual decía con frecuencia á Freneuse cuando éste le acusaba de su alejamiento: ¡Qué quieres! ¡No lo puedo remediar! No me gusta nada ese joven. Cuando estoy al lado suyo me parece que tiene puesta una careta.
Un hombre acababa de aparecer entre las cortinas de seda del salón. Y triste, pálido, demacrado espectro formidable y doloroso, la cantante reconoció á Jacobo de Freneuse. Los concurrentes, penetrados por aquel espectáculo y por la actitud de la artista, que atribuían á la inspiración, cuando no era sino terror, prorrumpieron en un transporte de admiración.
Tragomer, porque tenía esperanza de rehabilitarse ante la señorita de Freneuse. Sorege estaba en el círculo cuando Tragomer, á eso de las siete, entró en el salón. El conde, apoyado en la chimenea, hablaba con un grupo de socios y mostraba en la conversación aquella fisonomía firme y fría que ocultaba tan bien sus impresiones.
¡Desgraciado niño! gimió la señora de Freneuse poniendo sus temblorosas manos sobre la cabeza de su hijo... ¡Un suicidio!... ¡Oh! no, madre mía; hubiera sido inútil. Desde el primer día mis compañeros me tomaron odio. Me llamaban aristócrata y niño mimado. Hay una jerarquía hasta entre esa gente abyecta, y los más infames son los más respetados.
La señora de Freneuse respondió vivamente: Sí, Juan de Sorege... Era un excelente muchacho, de muy buena familia. Quise mucho á su madre, que murió siendo Juan muy joven...
En la primera escala enviaremos un telegrama á mi criado para que lo transmita á la señora de Freneuse. Una vez que esa señora esté tranquila sobre la suerte de su hijo, todo irá bien. Los señores pueden bajar á comer cuando gusten, dijo el camarero apareciendo en la puerta de la cámara. ¡Á la mesa! Cada uno de ellos cogió á Jacobo por un brazo y los tres se dirigieron al comedor.
Palabra del Dia
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