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Actualizado: 17 de septiembre de 2025


En el bolsillo de su levita se encontró la declaración de Lea probando la inocencia de Jacobo, que fué enviada á la embajada francesa por la policía de Londres. Vesín marchó á París, á fin de activar la revisión del proceso. Los Harvey en su yate y Marenval, Tragomer y la familia de Freneuse en el Magic, se habían dirigido á Cowes.

, Jacobo; lo pensaba. Pero Sorege vino, como había anunciado, y sometida á la dura autoridad de mi cómplice, no podía resistir. Lo intenté, sin embargo, desde el primer momento. Tuve una crisis de desesperación y de remordimientos y le supliqué que buscase un medio de disculparte cuando yo estuviese en salvo. Aquel hombre se echó á reir y dijo con espantosa ironía: ¿Que yo me meta en ese sucio negocio para servir al señor de Freneuse? ¡En seguida! ¿Está usted loca?

La doncella abrió y Freneuse vió á la cantante tendida en un diván y rodeada de ramos y canastillos de flores. Pálida, inmóvil, vestida con el blanco traje nupcial, parecía la hija de Capuleto dormida con el sueño remedo de la muerte. Al ver á Jacobo no hizo ni un movimiento; una triste sonrisa se dibujó en sus labios y dijo dulcemente: Llega usted tarde, amigo mío.

Todo eso es razonable, dijo Marenval. Lo indispensable sería saber exactamente quién es esa Jenny Hawkins. Solamente Sorege podría decírnoslo y él se guardará bien de hacerlo. Á no ser que... ¿Y bien?... Á no ser que nos lo diga Jacobo de Freneuse. Marenval hizo oir una especie de silbido que le servía habitualmente para expresar sus dudas. , pero, vaya usted á buscarle. ¡Está lejos!

Tragomer apoyó la mano en el hombro de su amigo. Tienes dos meses delante de ti para entrar de nuevo en posesión de ti mismo. Nuestro viaje va á ser por eso convenientísimo. Poco á poco volverás á tus costumbres de dignidad y cuando llegues á Europa serás el Jacobo de otro tiempo. Por la frente de Freneuse pasó una sombra. ¡Jamás!, dijo. El Jacobo de otro tiempo ha muerto.

Por fin la señora de Freneuse se separó, enjugó sus ojos y dijo mirando afectuosamente al joven: Gracias, Cristián, por haber vuelto. Por unos minutos ha hecho usted resucitar el pasado. Veamos ahora qué ha hecho para que el porvenir sea mejor.

Todavía tiemblo. ¿Entonces la hija después del padre? ¡Pero esta familia tiene la manía de pasear á la gente por el mar! Me ha hecho sufrir un verdadero interrogatorio á propósito de Jacobo de Freneuse... ¡Bah! ¿Para qué? Eso quisiera yo saber.

Á esta pregunta, el pálido semblante de la señora de Freneuse se iluminó por una llama pasajera, sus ojos brillaron, y exclamó, con voz en la que se notaba aún cierto vigor: Hasta morir declarará que no ha cometido ese crimen atroz, que no ha podido cometerle. Mi hija y yo, ¿entiende usted, Marenval? no cesaremos de afirmarlo así.

Porque él está unido á la familia de Freneuse y porque, como él decía hace un instante, esos sucesos le han hecho sufrir grandemente. Es, pues, equitativo darle hoy ocasión de sacar algún provecho... ¿Y cómo? Eso es lo que me propongo explicarle dentro de un momento... ¡Muy bien! ¡Nos pone en la puerta, por añadidura! Maugirón, te perdono; has encontrado la horma de tu zapato.

Entonces me propuse poner en claro lo que hubiese en el asunto. Pero, señorita, me cuesta trabajo comprender que una joven como usted, sin inquietudes y sin cuidados, aplique su atención á asuntos tan dolorosos como el que usted evoca. Y en todo caso, si el hecho de haber sido amigo de Jacobo de Freneuse es comprometedor, permítame usted harcerla observar que yo también fui amigo suyo.

Palabra del Dia

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