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Actualizado: 25 de junio de 2025


Dentro de un siglo las gentes se asombrarán tal vez al enterarse de que hubo escritores que presenciaron el nacimiento de la cinematografía y no hicieron caso de ella, apreciándola como una diversión pueril y frívola, buena únicamente para el vulgo ignorante. Conozco todas las objeciones contra el cinematógrafo y su creciente difusión.

El mayorazgo, que desde el principio del discurso de su amigo tenía un palmo de boca abierta, pero de puro placer, al oirle renegar de Madrid, y que, por otra parte, era generoso, sensible y hospitalario, y no había echado en saco roto que todo un personaje le hubiera reconocido á él, con su corteza de campesino, al cabo de tantos años de ausencia y sin otro motivo que una frívola amistad de la infancia, tendióle los brazos por toda contestación, en los que estrechó al personaje, quien, en premio de su cariñoso ofrecimiento, y con la promesa de no serle gravoso, si en ello no le ofendía, le anunció que dejaba muy bien recomendado su pleito y que contara con ganarle, deshechos algunos enredos que dificultaban el triunfo de su causa, debidos á los manejos de sus adversarios.

Su gracia y su hermosura, realzadas por la gravedad de los semblantes; la coquetería de sus movimientos al volver las hojas de los libros llenos de cifras y blasones; el modo de liarse a la muñeca los rosarios que parecían joyas; el inclinar la cabeza sobre el pecho anheloso, mirándose de reojo los pliegues de la falda; alguna tosecilla rebelde, rastro de los escotes del invierno, y alguna sonrisa cautelosa dirigida hacia las laterales de la nave, todo delataba una devoción superficial, elegante, frívola y mezquina; piedad exenta de grandeza, manchada de reminiscencias mundanales.

Volver a Saint-Pair en aquel bonito carruaje y en tan elegante compañía era una de esas satisfacciones de vanidad pueril que halagaban más que nada a su frívola cabeza. Dio señales de agradecer mucho la atención, y cuando se pararon en la verja dijo al joven: Si no tiene usted miedo de una cocina de enferma, le pediré que participe de nuestra comida.

El recuerdo de su antiguo novio había vivido siempre en el fondo de su pecho. Ni la traición, ni el desdén, ni las mil distracciones a que se arrojó en la vida frívola y bulliciosa de París, habían logrado arrancarlo de allí. Si le hubiera hallado satisfecho, en la plenitud de su fuerza y salud, no habría sentido aquel soplo dulce que la acarició un instante.

Su patio, defendido en la parte del sol por esteras, es un gallinero donde cacarean hasta veinte o treinta hembras con murmullo de coquetería, de celos, de cháchara frívola y desacorde que no tiene fin, ni principio, ni términos claros, ni pausa, ni variedad. Óyese desde lejos, cual disputa de cotorras en la soledad de un bosque... Las hay también juiciosas.

La vida galante, de perfumes, de joyas, de elegantes y afrodisíacos venenos, de bacarrat, de música frívola y áureo tintinear de relucientes luises, tiene este amargo contraste del calabozo y del buriel del presidiario. El grillete disipa los sueños absurdos de morfina.

Su dicción, ajustándose siempre perfectamente á la índole del asunto, pasa en ligeras transiciones desde el tono ligero y fácil de la conversación más frívola hasta el estilo poético más elevado, revistiéndose de la forma que cuadra al trato común y ordinario, ó de la que conviene á los rasgos más cáusticos del ingenio, ó á la violencia arrebatadora de la pasión.

Palabra del Dia

rigoleto

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