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Actualizado: 30 de junio de 2025
Parece que no oyes lo que se dice. En efecto respondí, estaba distraída mirando al grupo de la abuela. ¡Ah! exclamó Petra tan desdeñosa como si se tratara del pobre teniente Cotorrac. ¿Te interesan esas señoritas? Mucho. Estaba pensando precisamente que la señorita Fontane debe de ser una solterona por vocación... Pienso como tú exclamó Genoveva.
Llegaron después la señorita Fontane, encantadora solterona por convicción; la señorita Melanval, presidenta de no sé cuántas asociaciones y ligas, y cuya única ocupación consiste en apuntar en una cartera los nombres de las nuevas adherentes a sus queridas obras; la señora Roubinet, de buena conversación, muy farsante y demasiado ocupada en procurar su efecto personal para pensar mucho en los demás, con lo que va ganando una sólida reputación de benevolencia que nadie piensa en discutir.
¿Cuáles son esos motivos admitidos? suspiró la Sarcicourt, ¿es indiscreto preguntarlo? De ningún modo, querida amiga dijo la abuela, ya en pleno buen humor. El padre Tomás, explicando este asunto a mi nieta, los enumeró bastante sumariamente. Voy a tratar de recordarlos para complacer a usted, aunque estoy muy cansada. No se tome usted esa molestia, señora interrumpió la Fontane.
No se emplea casi nunca respondió la Fontane. Existe, por otra parte, el contraste de la independiente, y es la joven a quien todo asusta, la que teme las responsabilidades del matrimonio y rehuye la carga de almas que ese estado lleva consigo. ¡Qué valentía! exclamó Genoveva riendo. Eso huele a las Cruzadas, ¿eh, Petra? Petra se encogió de hombros amablemente sin decir nada.
Ahí tenemos a Celestina exclamó Francisca dirigiendo una sonría a la anciana criada que entraba en este instante para llevarse las tazas del té y todo lo que nos molestaba. Pero Celestina hizo como que no había oído. Las mujeres de bien solteronas son demasiado numerosas siguió diciendo la Fontane.
El divorcio y la inseguridad en el matrimonio prosiguió la Fontane, provocan igualmente la vocación del celibato en algunas muchachas... Lo que pasa en el mundo es verdaderamente espantoso... ¡Qué negro abismo! exclamó la Melanval. «Corromper y ser corrompido, ha dicho Tácito, es lo que se llama el siglo» dijo la Roubinet orgullosa de su frase.
Sin embargo añadió la Fontane reprimiendo una fuerte gana de reír, estamos aquí cuatro representantes del celibato, sin contar la quinta dijo echando una mirada a Genoveva, y no veo lo que tenemos de reprensible. Eso depende de los motivos que han ocasionado en cada una el celibato. Los hay que yo admito y otros que no terminó la abuela, ya descontenta al ver que iba yo a caer en mi tema favorito.
Esa independencia de carácter continuó la Fontane, no sólo es un motivo de celibato del lado femenino, sino que asusta también a no pocos jóvenes. ¿Qué vamos a hacer piensan de una mujer autoritaria y déspota?... Ahogarla exclamó Francisca pensando en la Bonnetable y en el deseo ya formulado. Es un remedio un poquito radical opinó la Sarcicourt, que no está por las medidas violentas.
Si es una obra para casar a las muchachas en busca de marido, cuente usted conmigo. Todas nos echamos a reír al instalarnos junto al grupo serio. ¿Está usted tan descontenta de su suerte? preguntó la Fontane con su amabilidad habitual. Murmurar o quejarse dijo sentenciosamente la Roubinet, es oponerse a las leyes universales...
En materia de secretos de amor dijo la Fontane, hay también afecciones interrumpidas por la muerte, la traición o cualquiera otra causa. Esas afecciones dejan en el corazón de ciertas jóvenes una huella bastante profunda para que no sea posible otro amor... No habiendo podido casarse con el que amaban, esos corazones fieles prefieren vivir, envejecer y morir solos...
Palabra del Dia
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