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Actualizado: 12 de octubre de 2025
Sabía quién era doña Sol, y por un exceso de respeto hacía extensivos a ella los títulos de la familia. La dama, repuesta de su sorpresa, le hizo seña para que se sentase y cubriese; pero él, aunque la obedeció en lo primero, dejó el fieltro en una silla inmediata.
Hiciera buen o mal tiempo, veíasele a dos pasos de la quebrada, derecho como un centinela, el sombrero de fieltro encasquetado hasta las orejas, los pies en los gruesos zuecos rellenos de paja, abrigada la espalda con un capotón de paño pardo. Cuando pienso me había dicho Domingo que hace treinta y cinco años que le conozco y le veo siempre ahí...
Por consejo de sus amigos empezó en cierta ocasión a vestirse de levita y sombrero de copa; pero con esta indumentaria estaba tan horrible, tan patibulario que los mismos amigos le aconsejaron que se volviese a la chaqueta y al sombrero de fieltro. Poco antes de regresar Reynoso a España se había trasladado de Guatemala a México, y no supo ya más de él sino que allí se había casado.
Pero se sentía algo de penoso en la tranquilidad de su actitud, en su sonrisa misma y hasta en el descuido con que se había puesto el sombrero de fieltro. En la carta le pedía, con mucho mimo, que accediera a servirle de padrino. Pero como él comenzara de nuevo a interrogarla, Adriana le miró seria y cariñosamente: Tío, estos asuntos no tienen explicación.
En esto, volvió maese Pedro, y en una carreta venía el retablo, y el mono, grande y sin cola, con las posaderas de fieltro, pero no de mala cara; y, apenas le vio don Quijote, cuando le preguntó: -Dígame vuestra merced, señor adivino: ¿qué peje pillamo? ¿Qué ha de ser de nosotros?. Y vea aquí mis dos reales.
La familia parecía otra, más alegre y con mejor salud al tenerle seguro en casa por unos cuantos meses. Salía con el fieltro echado atrás, moviendo su bastón de puño de oro y mirándose los gruesos brillantes de los dedos. En el vestíbulo le esperaban varios hombres, de pie junto a la cancela, al través de cuyos hierros se veía el patio blanco y luminoso, de fresca limpieza.
Martínez, con botas altas, dos revólveres al cinto y su gran sombrero campesino de fieltro adornado con el águila de general, escuchaba á su jefe de Estado Mayor. Todo está listo. Nuestra gente se muestra conforme. Ya se aburría de tanta paz. ¿Qué grito damos? «¡Han violado la Constitución! ¡Abajo el gobierno!» dijo gravemente el caudillo. Eso ya lo hemos gritado, general.
El sombrero hongo revelaba servicios dilatados en diferentes cabezas, hasta venir a prestarlos en aquella, que quizás no sería la última, pues las abolladuras del fieltro no eran tales que impidieran la defensa material del cráneo que cubría.
Buscaba la gloria siguiendo el camino de sus aficiones, y por esto se había dedicado á cazador, persiguiendo y matando animales peligrosos en todas las latitudes del planeta. La señorita Craven recibía con frecuencia periódicos deportivos con el retrato de James carabina en mano, vestido de viajero ártico ó cubierto con un gran fieltro de cazador del centro de África.
En las inmediaciones del fumadero, Mina lo presentó a su esposo, aprovechando una rápida salida de éste, que iba a su camarote en busca de tabaco, abandonando a los compañeros y las altas columnas de redondeles de fieltro que denunciaban los bocks consumidos. El músico se mostró cortés y respetuoso. Era un honor para él estrechar la mano de tan gran poeta.
Palabra del Dia
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