Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de junio de 2025
Hablando así se quitaba el sombrero, luego el abrigo, después el cuerpo, la falda, el polisón, y lo iba poniendo todo con orden en las butacas y sillas del aposento. Estaba rendida y no veía las santas horas de dar con sus fatigadas carnes en la cama. El esposo también iba soltando ropa. Aparentaba buen humor; pero la curiosidad de Jacinta le desagradaba ya.
Algunos, como Isidorito, no llevaban compás de ninguna clase, y pisaban con frecuencia a sus parejas, que concluían por declararse fatigadas y pedir tregua. Otros lo marcaban con fuertes taconazos, estropeando la alfombra. A éstos les miraba Marta con cierta mala voluntad de ama de casa.
De esta suerte he visto en Suiza esparcirse cascadas fatigadas y perezosas, que, habiendo dado muchos rodeos, parecían rendidas de sueño, de languidez. En el grandioso cuadro de luminarias que despliega el mar en las noches borrascosas, la medusa desempeña un papel aparte.
Manzanares, con el rostro verdoso y una sonrisa feroz, tartajeaba su protesta. ¡Pero a usted quién le mete!... ¡Usted qué sabe! Espérese, amigo dijo Isidro ; yo también me voy. Estas señoritas tendrán que hablar entre ellas de sus asuntos. Señalaba a dos compañeras de Marcela que arreglaban sus sillones para tenderse en ellos, fatigadas sin duda de la ascensión desde los camarotes a la cubierta.
Las burguesas de exuberantes carnes y respiración angustiosa dejábanse caer en los mullidos sillones, fatigadas por tan largo plantón, mientras las niñas correteaban o volvían como distraídas a los balcones, para ver si en la obscura plaza, perfumada de incienso, permanecía aún el grupito de adoradores.
Silba, silba la noche, confusa, aterradora; verdes, azules llamas en el mar vénse arder; mas la calma renace con la próxima aurora, y pronto una atrevida barquilla pescadora las fatigadas olas comienza a recorrer.
Cuando esta llegaba a su vivienda, ya don Francisco, fatigadas vista y cabeza por haber leído dos o tres periódicos después del trabajo del cenotafio, se había metido en la cama y dormitaba tosiendo unos ratos y roncando otros.
Recuerdo haber sido severo para los demás a una edad en que consideraba que debía serlo mucho para conmigo mismo. Cada generación, más incierta, que sigue a generaciones ya fatigadas, cada gran talento que muere sin descendencia, son señales en que se reconoce, dicen, un rebajamiento en la temperatura moral de un país.
En las mil alternativas y vicisitudes de mi vida, bajé, subí, caí y levanteme; creí tocar con mis manos fatigadas el fondo de aquel mar de la borrascosa desventura, donde transcurrió mi niñez, y fuerzas ignoradas me sacaron de nuevo a la superficie; luché y padecí, deseé la muerte y amé la vida; grandes vaivenes y sacudidas experimenté; pero cuando subía, y bajaba, y luchaba, y vivía, y moría, jamás dejé de percibir aquella luz, encendida ante la desgracia, lejana estrella a quien consideraba como expresión de lo divino y sobrenatural que hay en la existencia.
El traje de más de un año, las botinas fatigadas, la ropa interior con desgarrones mal compuestos, no le entristecían en los momentos difíciles. Lo importante era poseer un sombrero de moda y conservar el gabán de pieles, el collar de perlas, las esmeraldas, los brillantes, toda la armadura honorífica y gloriosa, dentro de la cual quería morir.
Palabra del Dia
Otros Mirando