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Actualizado: 16 de julio de 2025


¡Ah! el viejo farsante, el viejo farsante murmuró el maestro Durand lanzando una carcajada homérica ; ya no me extraña que fuese mayordomo y que comulgase con tanta frecuencia. Y se entregó con Grano de Sal a unos arrebatos de alegría tan ruidosa; que unos perros comenzaron a ladrarles. Lo más mortificante es que continuó Grano de Sal toda la fortuna del capitán Kernok vuelve al Gobierno.

Y mientras vuesa merced recibe a esos perros, yo pondré a guisar estos dones de nuestra redonda madre replicó Pablillos; y se retiró por la galería columpiando la canasta encima de su cabeza. Era hijo de una partera de Cádiz y de un famoso farsante zamorano; Ramiro le había tomado a su servicio en Salamanca.

¡Toma! dijo el cirujano-calafate-artillero , ¿dónde está tu otra pierna, farsante? Allá arriba, sobre el puente, quizás aún... Vamos, desembarázame de ésta, porque me incomoda mucho. Parece que me han atado una bala de treinta y seis al pie. ¡Oh! y tengo sed, siempre sed.

«Caballero respondió el malvado pollito : hartas veces se ha divertido usted conmigo, empujándome por detrás y abriéndome la cola, a guisa de abanico, para que se mofaran de todos los que me veían. No, amigo; a cada puerco le llega su San Martín; y a más ver, señor farsanteEsto dijo, cantó tres veces con voz clara, y pavoneándose muy hueco, siguió su camino.

Jacobo levantó a la altura de las narices de Diógenes su exiguo equipaje, diciendo como Simónides: Omnes divitiae sunt mecum! ¡Honrado plenipotenciario! exclamó Diógenes . Quien no te conozca que te compre: ya habrás dejado el botín en la estación, farsante... ¿De dónde vienes ahora? De Génova... Y ¿qué haces aquí?

Figuraos, continuó la indignada ventera dirigiéndose á Roger, que Ferrus me ofreció esta mañana pintarme una enseña con un pájaro verde, nombre que ha llevado por luengos años esta honrada venta, á condición de darle todo el vino que quisiese durante su trabajo; ¡y ved aquí lo que ese farsante ha pintado y quiere que cuelgue yo á la puerta de mi casa!

Evidentemente, un simple oficial de fortuna no debía pesar en la balanza al lado de un personaje de la importancia del señor de Candore, noble, rico e influyente. Un poco farsante dijo el incorregible empleado. Pero el corazón de las mujeres es un abismo insondable dijo el primer dependiente con aire doctoral, Josefina prefirió Bonaparte a Barras. Y no anduvo descaminada. ¡Silencio!

Resumen: el estanquero era un imbécil chocho, sin una peseta y además lioso y trapalón que, viéndose amenazado de calabazas, pretendía ganar tiempo... y tener querida de balde. Se puso furiosa. Aquel hombre de quien, por lo menos esperó el cuarto pagado, algún vestido, cenas y chucherías, era un farsante tronado, ganguero, sinvergüenza. Tuvo ahorrillos, se los gastó, y aquí paz y después gloria.

Era el medio más largo, pero el más seguro, pues Liette no podía alarmarse por una conducta tan cortés y correcta, a no ser una coqueta farsante o una ridícula mojigata. Raúl le mostraba un respeto caballeresco y evitaba cuidadosamente esa galantería trivial y esas atenciones indiscretas a que su situación la exponía, y se lo agradecía infinito.

Era posible encontrar otro barco: se ofrecía á ayudarles en la busca. Iba á enviar Mare nostrum á que le esperase en Barcelona, y él permanecería en Nápoles todo el tiempo que ella quisiera. ¡Farsante!... ¡Y yo he creído en ti! ¡Y yo me he entregado considerándote un héroe, tomando como verdad tus ofertas de sacrificio!... Se marchó furiosa, dando un terrible portazo.

Palabra del Dia

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