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Actualizado: 26 de junio de 2025


Y los dos novios, puestos ya en la pendiente del apasionamiento, arrullábanse con la música de sus palabras, con la exuberancia verbosa propia de la tierra. Rafael, agarrado a los hierros, temblaba emocionado al hablar a María de la Luz, como si sus palabras no fuesen suyas y le turbasen con dulce embriaguez.

Francisca... volvió a decir la pobre Paulina completamente enfadada esta vez. Ea, no hables ahora como mi madre exclamó Francisca cada vez más exasperada. Me fastidias y me irritas... ¡Vamos, niñas!... ¿Qué pasa? preguntó la abuela desde el extremo del salón. Pasa, señora, que estoy muy enfadada respondió Francisca. Venid un poco con nosotras; nuestro juicio corregirá vuestra exuberancia.

Apolonio se hubiera despeñado en la negra desesperación, a no estorbárselo, de una parte, la compañía habitual del señor Novillo, con que se distraía de los sombríos pensamientos y se le deparaba coyuntura de explayar la exuberancia del lastimado pecho, y de otra parte, más principalmente, el amor a la duquesa de Somavia, un amor cada día más exaltado, más puro, más imposible, más delicioso y novelesco. «Con estas dos vejigas decíase Apolonio me mantengo a flote sobre las borrascas de mi espíritu

Se veía igual á las reses nuevas de don Carlos Rojas, que, ahitas por la exuberancia de su nutrición, permanecían con las patas dobladas sobre la alfalfa, mirando, inapetentes, toda la riqueza alimenticia que las rodeaba. Watson y Celinda eran jóvenes, tenían ilusiones y deseos, sabían en qué emplear su dinero.

Un estremecimiento de respeto, de devoción instintiva pasaba por él, haciéndole olvidar el suceso de poco antes, sumiéndolo en religiosa admiración. ¡El mar!... Pensaba, sin saber por qué, en los más remotos ascendientes de la humanidad, en los primeros hombres, miserables, apenas salidos del animalismo original, martirizados y repelidos de todas partes por una Naturaleza hostil en su exuberancia, como el cuerpo joven y vigoroso anula o aleja los parásitos que se empeñan en vivir a costa de su organismo.

No creo que ni el clima, ni el suelo, ni la fertilidad, ni la exuberancia de la naturaleza y de sus productos, sean ni hayan sido entre nosotros como en la India y en el antiguo Egipto, ni hayan podido nunca producir efectos semejantes. Dicen otros pensadores, que piensan poco, que todo nuestro mal proviene de los malos Gobiernos. Sentencia es esta indigna de refutación.

Aquella distinguida sociedad vino provista de aquella exuberancia de animación, alegría y locuacidad, sin freno ni respeto alguno para el anfitrión, que la mayor parte distribuyó del modo más generoso posible, principalmente a costa de los festejados. La cosa hubiera terminado con escándalo, a no pertenecer los actores a la más alta escala social.

Hacia la segunda quincena de julio, un hombre y una mujer, ambos jóvenes, seguían lentamente el muelle de Saint-Helier donde se agolpaba ya la multitud de las primeras hornadas de viajeros, gentlemen apopléticos, secas ladies y rubias misses montadas al aire, «smala» de viajeros que están dando la vuelta al mundo con gravedad sacerdotal y que contrasta por su tiesura y su flema británica con la exuberancia y la «furia francesa» de nuestros compatriotas que han huido momentáneamente del mostrador o de la oficina y se maravillan cándidamente de verse tan lejos de la calle Saint-Denis... o del ministerio.

Y con su exuberancia meridional, la abrazó y la levantó, apartando de su frente los bucles de la cabellera, que se había deshecho, acariciándola como á una niña enferma, bebiendo sus lágrimas con besos interminables. ¡No, no la abandonaría!... Es más: estaba dispuesto á defenderla de todos sus enemigos. El no sabía quiénes eran estos enemigos; pero si necesitaba un hombre, allí le tenía á él...

Este bosquejo de la fábula manifiesta cuánta animación y cuánta exuberancia de vida reina en esta comedia, no siendo menos brillante la poesía que la exorna.

Palabra del Dia

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