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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Ante esta pregunta extravagante quedan las cuatro estupefactas y suspensas. Una de ellas se atrevió al fin a apuntar tímidamente: Ha venido él solo. ¡Bah, bah, bah! exclamó rudamente el mayordomo.

Cuando, despreciando sus antiguos prejuicios, intentaba aproximarse a una mujer, esta mujer replegábase misteriosa y asustada de tal aproximación. Era una obra de loco la suya: la conjunción del gallo y la gaviota soñada por un fraile extravagante y que tanto hacía reír a los payeses.

Yo preferiria que estos balcones tuviesen maderas; preferiria que los transeuntes no tuvieran la tentacion contínua de ver dos balcones á su disposicion, dos balcones que pueden tocarse con la mano; pero visto que esto es aquí un hecho normal, me parece tan extravagante y tan ridículo querer otra cosa, como lo seria en Constantinopla el pretender que cada casa no fuese un palacio encantado.

El poco dinero que queda entre mis manos no es nuestro, yo nada tengo... ¿Me asaltará algún día la tentación del despojo..., será más fuerte mi amor de madre que el recuerdo de la gratitud y el cumplimiento del deber?» Y al mismo tiempo que discurría todo esto, en su pensamiento iban hermanándose y confundiéndose, hasta compenetrarse, aquella observación insistente del parecido de los niños y aquella idea extravagante favorecida por las condiciones de la realidad.

Verdad es que se fusila una mañana 44 indios en una plaza de la ciudad, para dejar yertos a todos con esta matanza que, aunque de salvajes, era al fin de hombres; pero poco a poco se abandona, y el cuchillo se hace el instrumento de la Justicia. ¿De dónde ha tomado tan peregrinas ideas de gobierno este hombre horriblemente extravagante? Yo voy a consignar algunos datos.

Tan asombroso y extravagante era aquel amor, que aun después de advertido no quería creer en él, y no dio parte a nadie, porque a la verdad le parecía ridículo. Fernanda era una morena de facciones incorrectas, nada bonita y poco graciosa.

Era curioso oir á todas esas vivanderas y á los bateleros hablar en inglés, español, francés y aún alemán con la soltura ménos gramatical del mundo, pero con una gracia encantadora, estropeando todas las lenguas y haciendo de ellas una especie de olla podrida tan extravagante como típica.

Barbarita I se adelantó, diciendo: «Extravagante, coge del brazo a la polla, y paséate un momento de aquí a mi gabinete, y de mi gabinete aquí. ¿Te sientes mal? Eso no es más que nervios. Distráete un poquito. Bárbara, anda». Moreno le dio el brazo a Barbarita II, y empezaron los paseos.

Tenía ocurrencias de demonio... De buenas a primeras preguntó a Bautista, el intendente, si vivía en la casa alguna doncella, porque, desde unos trescientos años atrás, tenía el capricho de volver a pellizcar blancas y rollizas formas femeninas... Bautista, con la dignidad propia de un alto servidor de casa ducal, dijo que allí no había hembra alguna, ni se estilaban mujeres con semejantes formas... ¿Qué hizo entonces la extravagante visita?

Acepto todo juego lícito, como distraccion; como oficio social, como carrera, como profesion, como jornal de todos los dias, no lo acepto. Harto se me alcanza que esta opinion escandalizará á no pocos lectores; adivino que se me llamará extravagante; enhorabuena; digo y repito en alta voz que no lo acepto. Jugar para pasar honestamente el rato, .

Palabra del Dia

bagani

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