Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
Don Andrés Rubio, entre tanto, seguía viniendo todas las noches en casa de doña Inés, y Juanita, con no aprendida coquetería, le echaba miradas extrañas, miradas de aquellas que parecen escritura misteriosa, donde la misma persona que ha escrito ignora o tiene idea confusa de la revelación que hace y donde el que lee cree leer la revelación y concibe dulces esperanzas.
Juan Montiño había oído hablar muchas veces á Quevedo, tres años antes, en ocasión en que andaba huído en Navalcarnero, por cierta muerte que había causado en riña, muchas y picantes aventuras acontecidas en la corte: sabía que la corrupción de las costumbres había llegado en ella al último límite, que las damas más principales solían verse muchas veces, á consecuencia de sus galanteos y de sus intrigas, en situaciones extraordinariamente extrañas y comprometidas; ¡pero la reina!... la lengua de Quevedo, que nada respetaba, había respetado siempre á las damas de la familia real; acaso el gran mordedor, el gran satírico, había guardado silencio por consideración, por afecto, por un galante respeto, acerca de la reina y de las infantas... pero...
Ahora me horroriza la idea de la calle.... ¡Oh, no, por Dios... no! por Dios me dejen. Y juntaba las manos y se exaltaba; y Frígilis tenía que callar. Ocho días había estado Ana entre la vida y la muerte, un mes entero en el lecho sin salir del peligro, dos meses convaleciente, padeciendo ataques nerviosos de formas extrañas, que a ella misma le parecían enfermedades nuevas cada vez.
Por eso, sus compañeros le han confiado la jefatura; porque en esas extrañas piaras los brutos se gobiernan por sí mismos, agrupados en torno de un toro viejo a quien eligen como guía.
«El público» es un demonio raro, una conciencia que, á pesar de su propensión á lo rutinario, á lo instituído, ofrece anomalías extrañas, crisis momentáneas, fuera de toda lógica y razón, en que el espíritu enorme de la colectividad se retuerce y ríe ó ruge, como una mujer en un ataque de histerismo.
Ahora le enseñaré á usted el sitio. Es al lado del capellán, en un pabellón que sirve de depósito de cordelería... El olor del cáñamo es sano y está bien allí... Y, después, puede hablar con el capellán... ¡Oh! Ese es su gran recurso y parece que tiene ideas muy extrañas... Un poco chiflado, como usted dice... Ahí tiene usted su chirívitil... Tragomer se detuvo.
Diría que es un religioso ó peregrino, á no ser por las extrañas mercancías que parece tener de venta, dijo Simón. Acercándose vieron que sobre una tabla que delante tenía se hallaban colocados en línea algunos trozos de madera, varias piedras y un clavo de buen tamaño.
En aquel sombrío palacio habitaba un hombre misterioso de quien se contaban vagamente mil extrañas historias, a quien se atribuían además ideas y frases escandalosas contra la religión y sus ministros. El joven clérigo apenas le conocía. D. Álvaro Montesinos había pasado casi toda su vida en Madrid. Hacía dos o tres años solamente que había venido a establecerse a Peñascosa.
Hasta Cervantes no pudo escapar á él, puesto que en el Persiles y en sus aventuras extrañas puede rivalizar con Lobeira. Casi tan extendidas como los recuerdos de las tradiciones de la Edad Media, estuvieron también ciertas reminiscencias de la mitología y de la poesía antigua.
Levantaba los hombros, sonreía con una expresión de cansancio, le pareció más agradable su camarote sin otra presencia que la suya... ¡Muchacha loca, adorable por una hora e insufrible por toda una noche!... Reía francamente al recordar las extrañas proposiciones de Nélida. ¡A Berlín él!... ¿Qué se le había perdido allá?... Y todo porque la niña le tenía miedo al hermano medio salvaje.
Palabra del Dia
Otros Mirando