Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !


, Gilberto, le amo balbució, bajando los ojos modestamente. Es al único hombre que he amado en toda mi vida. Entonces la estreché contra mi pecho, y en esos momentos de éxtasis le repetí a mi amada la vieja historia de amor tantas veces referida, y que todo hombre en el mundo repite a la elegida de su corazón, a la mujer ante quien se postra en adoración. ¿Y qué más necesito decir?

Yo me creo sumergida en un éxtasis divino. ¿No será esta misma la felicidad que nos aguarda en el Cielo? ¿Podrá existir en el mundo otra mayor? ¡, que existe! exclamó Amaury, volviendo a abrir los ojos y viendo que la hermosa cabeza de la joven se inclinaba hacia él. , Magdalena mía: existe otra mayor todavía. Y ciñole el cuello con sus brazos.

Además, veía a su amiga demasiado inclinada a las especulaciones místicas, temía que cayera en el éxtasis, que tenía siempre complicaciones nerviosas, y era preciso evitar que pudiesen culparle a él de otra enfermedad probable, si Ana seguía aquel camino peligroso.

Fingíase, por último, a doña Beatriz casada con un hombre joven, hermoso y brillante, con un hombre a quien ella pudiese amar y amase con toda la energía del alma juvenil; y entonces imaginaba don Braulio coloquios, éxtasis, arrobos, ternuras inefables, deleites infinitos, glorias divinas de amor, ocultas aún en el fondo del alma de doña Beatriz; todo un cielo de bienaventuranza allí sumido, y que él no había jamás hecho surgir y aparecer con sus débiles conjuros.

Al despertar, veía frente a el rostro pálido y dulce de su cuñada, con los ojos muy abiertos, mirando con fijeza al vacío. ¿En qué piensas, Huesitos? le preguntaba restregando los suyos. La joven salía de su éxtasis estremeciéndose, y sonreía bondadosamente. No lo yo misma... En nada. ¿No tienes algún quebradero de cabeza? le dijo una noche levantándose y cogiéndola afectuosamente la barba.

Se podría suponer que el señor Macey, sentado muy lejos del aparecido, gozaba con el triunfo de sus argumentos, triunfos que debían tender a neutralizar su parte en la alarma general. ¿No había dicho siempre que cada vez que Silas Marner tenía un extraño éxtasis, su alma se libraba de su cuerpo? La prueba estaba allí.

¡Madre, madre, sálvame...! ¡Madre, escúchame! sollozaba Elena con la frente apoyada en el altar de la Virgen, mientras apretaba con mano crispada el pomo fatal que guardaba en el pecho. El templo quedó otra vez en silencio. Cuando Elena volvió de su éxtasis observó que el pelotón de niños salía por la puerta rodeando como antes a su marido.

Algunas veces cesaba de leer y ponía su mirada en el techo con una expresión de éxtasis. El deseo parecía cantar dentro de su cráneo: «¡Ser héroe de novela!... ¡Verse amado por una gran señoraUna tarde, cuando menos lo esperaba, Moreno vió llegar frente á su casa al ingeniero Canterac montado á caballo. A tales horas estaba siempre vigilando las obras del dique.

A la puerta de la sacristía tropezó nuestro joven con Celesto, de rodillas, con las manos plegadas, los ojos en blanco, en éxtasis completo; tan arrobado que no le vio. Conservaba todavía en la mejilla izquierda señales de una reyerta que había tenido en la taberna la tarde anterior.

Tenía un aspecto tan radiante, su dulce fisonomía respiraba tal contento, que todavía me río al recordarlo, y su júbilo es para mi uno de los mejores recuerdos de aquel tiempo. No caminaba: volaba, y llegamos en un soplo a la iglesia. Acabábase de colocar el púlpito, y el cura, en éxtasis ante él, me dijo en baja voz: ¡Mira Reinita, mira! ¿No es una feliz ocurrencia? Al fin poseemos un púlpito.