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Actualizado: 10 de junio de 2025
Todo lo que le rodeaba era magnífico, rico y bello; desde el techo, de madera ensamblada, pintada y dorada, hasta el pavimento, cubierto de una alfombra de terciopelo, las tapicerías, los cuadros, los cortinajes, los muebles, las arañas de cristal de Venecia, los espejos con marcos de plata cincelada, las mesas cargadas de bujerías preciosas, aquella otra mesa con riquísimos manjares servidos en vajilla de oro, y lo que alegraba la malicia de Quevedo, con el escudo de arma cincelado de la casa de Lemos, las viandas exquisitas, los transparentes y límpidos vinos generosos en costosas y raras cristalerías; el fausto, el brillo, la nobleza por todas partes, y en medio de esto, viviendo para él solo, hermosa para él solo, enamorada para él solo, una mujer engalanada con un tesoro de joyas y del alhajas, semejante á un sueño, noble por su cuna, distinguida por su talento, envidiada por hermosa y esquiva, sensible, poética, valiente, obstinada, en lucha con él, todo esto mareaba á Quevedo, le aturdía, le adormecía, le fascinaba.
Isabel, vamos aprisa; Demos la vuelta á mi casa, Que este muchacho peligra, Y hemos menester hacer Diligencias exquisitas Por saber dél y ponerle En salvo.
No queriendo don Juan que su amada viajase en compañía de los demás cómicos ni en coche de segunda, como correspondía a su categoría artística, le proporcionó para sí y la doncella un reservado y fue a despedirla a la estación, donde cubrió el asiento que debía ocupar con un precioso ramillete de flores y una cestilla llena de exquisitas provisiones de boca.
Ni faltaban allí tampoco puestos de exquisitas frutas; pero los que más atraían la atención de los chicuelos eran los de almecinas, ya que, además del gusto de comérselas, proporcionaban la diversión de ejercitar la puntería tirando al blanco.
Así la necesidad de la grandeza, como esas tres gotas exquisitas, está en el fondo del alma. Duerme como si nunca hubiese de despertar, ¡oh, suele dormir mucho! ¡oh, hay almas en que el portero no despierta nunca! Tiene el sueño pesado, en cosas de grandeza, y sobre todo en estos tiempos, el alma humana.
Nada hay comparable á la célebre novela de Longo Dafnis y Cloe. En ella pueden verse reunidas todas las perfecciones del género. Una fábula sencilla, interesante; caracteres observados con delicadeza y presentados sin artificio; pinturas exquisitas de la naturaleza; descripciones vivas de las costumbres; un estilo noble y trasparente.
Mientras nosotros conversábamos, su rancio esposo reposaba sentado; su madre escribía a destajo. Todo lo que Cecilia decía era sencillo y natural; pero estaba impregnado de una dulzura y una melancolía realmente exquisitas. La hablé de su marido, y le tributó los mayores elogios, recordando con gratitud los títulos, la posición y la fortuna de que le era deudora.
Junio la caña en el puño. ¿Te gusta a ti pescar? El río Soto, ya sabes, ese que está ahí en pasando la Pumarada de Chusquin. Sí, ya sé... donde se bañan Obdulia y Visita algunos veranos antes de ir al mar. Justo, ese... pues el río Soto lleva truchas exquisitas, según me dijo el Marqués. ¿Quieres que escriba a Frígilis, que nos mande dos cañas con todos sus accesorios? Sí, sí, ¡magnífico!
De igual modo las sonoridades exquisitas de Wagner y su escuela deleitan el oído, pero no sacuden nuestra alma como la voz elocuente de Beethoven ni la hacen pasar alternativamente de la tristeza á la alegría como la musa encantadora de Haydn. Para hallar una armonía perfecta entre el fondo y las figuras y en general entre todos los elementos de la composición es preciso acudir á los griegos.
Delaberge obedeció y suavemente apoyada en él, trató la señora Liénard, a fuerza de amabilidades y de exquisitas atenciones, hacerle olvidar las palabras poco meditadas que hubiesen podido molestarle.
Palabra del Dia
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