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Fingimos indiferencia, fingimos que andamos enamorándonos de otro... Y yo le explicaré, para que todo se aclare. No, no me interrumpa, aguarde un poco, por favor. Los otros días, cuando lloré, usted hubiera debido adivinar que comencé llorando como fingimiento, para concluir llorando por la idea de que no podía dejar de hacerle sufrir... Me dominaba el espíritu de la perversidad.

Hijo de mi alma le contestó doña Lupe poniendo el chocolate sobre la mesa , después hablaremos de eso... Yo te explicaré lo que hay, y te convencerás de que todo es una figuración tuya. Toma primero el chocolate, que estás muy débil... El joven se dejó caer en el sofá, inclinándose hacia la mesa próxima, en que el desayuno estaba, y tomando un bizcocho lo mojó en el líquido espeso.

Para hacer sensible la diferencia entre el conocimiento intuitivo y el discursivo la explicaré con un ejemplo. Tengo á la vista un hombre: su fisonomía se me ofrece tal como es; sin necesidad ni aun posibilidad, de combinaciones que me lo presenten diferente.

Así que me he puesto fuera de su alcance, saliendo de una casa que dominaban y viviendo entre gentes que les desprecian, nada pueden contra . Aislados nada valen: pero hay que temerles allí donde les ayuda la imbecilidad, donde la gente va hacia ellos. ¿Cómo te explicaré lo que pienso? Son como los microbios, que nada valen, y, sin embargo, llegan á producir una epidemia.

¡Mi mujer! exclamó con una expresión de inconcebible desprecio por una idea que le parecía insensata. ¡Yo el marido de Julia! ¡Ah!... Pero, entonces, Domingo, ¿es que no me conoces mejor que si nos hubiéramos encontrado por vez primera hace una hora nada más? Primero te diré por qué jamás me casaré con Julia y luego te explicaré por qué nunca me casaría con ninguna otra, quienquiera que fuese.

El pobre sacerdote sentía desgarrársele el corazón. ¡Esta pregunta, en semejante momento! No obstante, creía conocer el corazón de Juan, y en ese corazón no debían caber tales pensamientos. Por favor, padrino, decidme... continuó Juan con dulzura, después os explicaré por qué os lo pregunto. Pues bien, tu padre poseía, según dicen, dos o trescientos mil francos. ¿Y eso es mucho dinero?

Los primeros días, al oírles, decía yo: «Somos iguales: iguales salvo algunas diferencias de acento y sintaxis...». Y no señor; no somos iguales. ¿Cómo me explicaré?... Unos y otros tocamos el mismo instrumento, pero tenemos distinto oído para apreciar los sones.

Ojeda, al estrecharle la mano, se fijó en su tendencia a volver la cara hacia el mar, rehuyendo el lado izquierdo, y con súbito movimiento le hizo ponerse de frente. Pero criatura ¿qué tiene usted ahí?... Señalaba, riendo, una hinchazón lívida de la sien que se extendía hasta un ojo. No es nada balbuceó Isidro ; poca cosa... Ya le explicaré.

»Más tarde, monseñor le contestó Carlos con voz dulce y sonrisa graciosa, que parecía querer desarmar el rigor que demostraba Teobaldo. Tenemos tiempo. »No repuso Teobaldo con dureza. Vengo a buscarte, a llevarte; necesitamos partir hoy mismo. »¿Y por qué razón? »Por una muy importante, que ya te explicaré. »No demoren ustedes por nosotros su conferencia, grave sin duda dijo el conde de Pópoli.

Y todo cuanto he padecido ha sido injusto añadió ella prontamente, sorbiendo también una regular porción de aire, porque todo es contagioso en este mundo . No si me explicaré bien; quiero decir que a no me correspondía compartir las penas y la miseria de Tomás Rufete, porque aunque le llamo mi padre, y a su mujer mi madre, es porque me criaron, y no porque yo sea verdaderamente su hija.