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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Eres el infame Anaximandro que negaba la existencia de los Dioses, y todo lo explicaba por la casualidad; te he visto muchas veces, y sostuve contigo, en Mileto, una larga disputa sobre este punto.» Múdase el lugar de la acción; vese la residencia del ermitaño Helvidio, á quien Razonte cuenta sus penas.
A aquel bollo blando, que aún parecía conservar la inconsistencia del gelatinoso protoplasma, que aún no tenía conciencia de sí propio ni vivía más que para la sensación, la madre le atribuía sentido y presciencia, le insuflaba en locos besos su alma propia, y, en su concepto, la chiquilla lo entendía todo y sabía y ejecutaba mil cosas oportunísimas, y hasta se mofaba discretamente, a su manera, de los dichos y hechos del ama. «Delirios impuestos por la naturaleza con muy sabios fines», explicaba Juncal. ¡Qué fue el primer día en que una sonrisa borró la grave y cómica seriedad de la diminuta cara y entreabrió con celeste expresión el estrecho filete de los labios!
Yo me explicaba a mi modo, porque también los sentía, los encontrados sentimientos que inspira la mujer, desde hace muchos siglos.
A veces una frase de Julio parecía, sin embargo, buscar la intimidad y la confianza; algo invisible la impulsaba entonces, más que nunca, a burlar la adivinada intención. Burlarle aunque tal victoria le costase la felicidad de su vida. Y no se explicaba a sí misma la razón oscura de este deseo. Porque sufría al pensar que él pudiera sufrir.
Y sin esperar respuesta, dio media vuelta y salió de la casa a toda prisa, temiendo sin duda que su tía le agarrase por los faldones. Bien claro explicaba él su conducta, chismorreando consigo mismo: «Yo no sé defenderme con palabras; yo no puedo hablar, y me aturullo y me turbo sólo de que mi tía me mire; pero me defenderé con hechos.
Ambos reconocieron cierta alarmante alteración en la circulación de la sangre, que por la fiebre sola no se explicaba. El corazón tenía una actividad, enfermiza y un excesivo desarrollo. El pulso era vibrante y duro. El lado izquierdo del pecho de la enferma se estremecía con las palpitaciones. Un vivo carmín teñía las mejillas de Doña Blanca, de ordinario pálidas.
Sentía en aquel instante irresistibles impulsos de adoración, de poner al descubierto su alma y explicar los sufrimientos que había experimentado en las últimas horas; los explicaba con el placer de un náufrago que, al amor del fuego, en un sillón confortable, cuenta los terribles peligros que ha corrido, seguro de no verse más expuesto á ellos.
Y como don Rufo exigía que la niña tomase el aire libre, Cecilia se encargaba de acompañar a la nodriza. Gonzalo las acompañaba a ambas, la nodriza con la niña delante, él con Cecilia detrás. En aquellos largos paseos le confiaba todos sus secretos, le explicaba prolijamente sus temores, sus alegrías, sus esperanzas.
Aproveché el interés que manifestaba el visitante, suspendido de los labios de la abuela, que le explicaba la procedencia de una consola, la historia de un cuadro o la leyenda de una miniatura, para observar en detalle a mi pretendiente. Era visible que se esforzaba por conquistar a la abuela por una atención respetuosa y delicada a todas sus palabras. Un buen punto por esto...
Prusia ha retrogradado á la barbarie creando para su uso personal un segundo Jehová, una divinidad hostil á la mayor parte del género humano, que hace suyos los rencores y las ambiciones del pueblo alemán. Luego, Tchernoff explicaba á su modo la creación de este Dios germánico, ambicioso, cruel, vengativo. Los alemanes eran unos cristianos de la víspera.
Palabra del Dia
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