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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Desgraciado el que desde sus primeros años no se acostumbra á rechazar la lisonja, á dar á los elogios que se le tributan el debido valor; que no se concentra repetidas veces, para preguntarse si el orgullo le ciega, si la vanidad le hace ridículo, si la excesiva confianza en su propio dictámen le extravía y le pierde.

El escepticismo del siglo pasado: su pobre filosofía sin metafísica; sus ideas y sentimientos, nobles aunque maleados por excesiva declamación, sobre filantropía, igualdad, libertad y progreso, todo esto fué el espíritu de una época en la historia de Europa, ó si se quiere, de todo el género humano; pero en Francia resonó con mayor estruendo y hermosura, primero en sus escritores, y en su revolución más tarde. ¿Cómo había de sustraerse España al influjo de lo que aquellos escritores dijeron y de lo que la revolución hizo?

No hay lisonja alguna, pues presumo no aceptará como tal el que la duela la cabeza. Antes de los dolores que solo son presuntivos se ha ocupado de una abundancia que por mucha que sea, jamás creemos excesiva las mujeres. Esta contestación me hizo comprender que no solo tenía á mi lado una mujer hermosa sino también una mujer discreta.

Tildó su excesiva generosidad de desatino, de imprevisión y de censurable despilfarro. Ella misma sintió como remordimientos de ser causa de aquel gasto ruinoso; pero los remordimientos de doña Luz iban mezclados con una dulzura grandísima, al reconocer ella en aquel gasto la más irrefragable prueba de amor.

Tolerante con los errores, con los extravíos, con el mismo vicio, iba degradándose de hora en hora. D. Diego me dijo: Te participo que el sábado de esta semana tendrán lugar en casa dos acontecimientos. Yo me caso y mi hermana entrará de novicia en las Capuchinas de Cádiz. Lo celebro. Ya he perdido aquellos escrúpulos, hijos de una delicadeza excesiva y ridícula.

La nariz, sobre todo, aquella nariz recta, que acababa de recuperar sus ordinarias dimensiones después de una dilatación excesiva, parecía más fina, más blanca y más aristocrática que nunca.

Sostenedme con flores y acompañadme con manzanas, porque desfallezco de mal de amores. ¡Oh, qué lenguaje tan divino es éste para mi propósito! ¿Cómo, esposa santa, mataos la suavidad? Porque, según he sabido algunas veces, es tan excesiva, que deshace el alma de manera que no parece ya la hay para vivir y pedir flores.

Cuando terminó la sonata, ambos quedaron un rato en silencio, oprimidos por ese inexplicable deseo que la música infunde, de una dicha excesiva, superior a la condición humana. Ella echó sobre Julio una rápida mirada; estaba un poco pálido y tenía los ojos húmedos, absortos en ella; sus palabras, al reanudar la conversación, tomaron el dejo humilde. En esto apareció Laura.

Porque para supuesto, me parece excesiva la matraca de esa simple en cuanto me ve. ¡Vete a saber!... ¿Te ha insinuado él algo a ti? Lo suficiente para darme otra prueba de que está bien enterado; y no me ha hablado con mayor claridad, porque en ese punto siempre le he tenido yo a raya.

Si no fuera porque unas veces es escaso el aire y otras la humedad excesiva, preferiría estos lugares subterráneos a todos los demás lugares que conozco. Esto es la idea de la meditación. Yo siento en mi cerebro un paso, un agujero lo mismo que este por donde voy, y por él corren mis ideas desarrollándose magníficamente.

Palabra del Dia

rigoleto

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