Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Un siglo más de intolerancia religiosa, y España hubiera quedado como esos musulmanes de África que viven en la barbarie por su excesiva religiosidad, después de haber sido los árabes civilizadores de Córdoba y Granada. ¿Sabe usted dijo el joven cura , por qué el catolicismo conserva sus apariencias de poder?
Mas, ¿á qué precio hacemos esto? Al precio de una efusión espantosa de fuerza, de un despilfarro cerebral que enerva más y más la actual generación. Son prodigiosas nuestras obras y nuestros hijos enclenques. Notad que ese gran esfuerzo, esa excesiva producción, es obra de un corto número. La América da poco, el Asia nada.
Pero, en realidad, el verdadero origen radica, como hemos dicho, en que un secreto abarca una zona excesiva de nuestra memoria y de nuestro espíritu, acabando por sernos insoportable su peso. La comunicación, aunque sea a una sola persona, con las «reservas» del caso, nos liberta de esa especie de tiranía que el secreto ejerce en nuestra conciencia.
Padre dice con voz temblorosa, ahogada por la emoción, se me olvidó decir que esta noche hice una penitencia que acaso, por excesiva, pudiera ser un pecado. El joven presbítero levantó los ojos sin comprender bien, expresando una muda interrogación. Me he quemado con una plancha. El confesor permaneció silencioso, mirándola con ojos distraídos. Me he puesto la plancha ardiendo en un brazo...
En cuanto alzó los ojos, que la excesiva claridad le obligara a cerrar, enderezó la mirada a la señora de la casa, sentada en una butaca. Clavó ella a su vez en él otra intensa y ansiosa. Fue un choque que dio instantáneo reposo a sus fisonomías, como dos fuerzas iguales que se neutralizan.
Si no en la mayor parte, porque la producción es excesiva, veo detrás de muchas de ellas la mano y la inteligencia de un hombre superior, perfectamente dotado por la naturaleza para producir obras bellas y duraderas. ¿Por qué no las produce?
Llegada la conversación a este punto... agudo, decaía de pronto, hasta el momento en que los acerbos sentimientos de mi tía, regolfados por los esfuerzos de su voluntad, estallaban de golpe, como una máquina sometida a excesiva presión. Su furia se desbordaba sobre la creación entera. Hombres, mujeres, niños, todo caía.
Adela se levantó riendo, y puestos los ojos, entre curiosos y burlones, en el galán caballero, que del brazo de Juan venía hacia ellas, los esperó de pie al lado de Ana, que con su serio continente, nunca duro, parecía querer atenuar en favor de Adela misma, su excesiva viveza. Pedro, aturdido y más amigo de las mariposas que de las tórtolas, saludó a Adela primero.
Brasa y no pavesa ha de ser lo que quede de la juvenil exaltación espiritual y del ardor de los sentidos. «¡Te amo!». Es una frase de novela, excesiva, afectada. «Te quiero», es una frase más sencilla, más grave, más profunda y más humana. «¡Te amo!», dice Don Juan, que nunca fué un hombre honrado. «Te quiero», dice el hombre de bien, que seguramente cumple lo que dice.
¡Usted está enferma y ha salido usted de su cuarto á esta hora! Eso no es bueno, señora. Se va usted á poner peor. Es verdad, estoy enferma dijo ella acercándose.¡enferma para siempre! ¡Enferma para siempre! Usted padece, y es, sin duda, por efecto de su excesiva devoción. Usted aspira al cielo: ¿á qué otra cosa podía aspirar un alma tan bella?
Palabra del Dia
Otros Mirando