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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La consternación de aquellos pueblos era excesiva, y al aproximarse las tropas, acudían en tropel a nuestro encuentro, derramando lágrimas de ira, suplicándonos que no dejáramos vivo un francés, y pidiendo los viejos aún fuertes y los rapaces de doce años que se les dejase marchar entre las filas para ayudarnos.
Mañana y tarde, Pez vestía de la misma manera, con levita cerrada de paño, pantalón que parecía estrenado el mismo día y chistera reluciente, sin que este esmero pareciese afectado ni revelara esfuerzo o molestia en él. Así como en los grandes estilistas la excesiva lima parece naturalidad fácil, en él la corrección era como un desgaire bien aprendido.
Alrededor de esta capa, bastante espesa para ocultar la profundidad de las aguas, se extiende una película transparente de excesiva delgadez, formada por substancias grasosas de origen animal ó vegetal.
D. Juan tuvo que contentarse con ser el único administrador de aquella prodigalidad gentílica, pero no llegó su influencia a evitar el despilfarro, ni siquiera a conseguir que redundara sólo en provecho propio la generosidad excesiva de su antigua pupila.
Tal vez sea demasiado... no porque me parezca la cantidad excesiva, sino porque preferiría darle de comer sin que pudiera emplear un solo céntimo en vino. Dadle, pues, cuatro luises, pagados en cuatro plazos: los martes de cada semana.
El contramaestre, hombre de unos cincuenta años, envuelto en un largo gabán oriental, se paseaba por el puente con un aire agitado, y la protuberancia que se notaba en su mejilla izquierda anunciaba, por su excesiva movilidad, que mordía su chicote con furor.
En la misma Sevilla han de haber vivido en el mayor aislamiento.» De aquí infería el Conde que sus desconocidas, aunque sevillanas, habían vivido lejos del mundo, o por carácter tímido, o por excesiva pobreza, o por extravagancia del marido.
B es republicano moderado y sinceramente liberal; y sinembargo, él como todos los de su generacion, pensaba que la igualdad no se podia obtener sino por merced de la autoridad, y se mostraba decididamente apegado al régimen de la centralizacion rigorosa y de la reglamentacion excesiva.
No la defendió en la tertulia por no contradecir a doña Inés y por no censurar indirectamente la excesiva severidad del padre Anselmo contra el lujo de las mujeres; pero allá en su interior no vio nunca malicia en lo que Juanita había hecho, y se limitó a calificarlo de inoportuna ligereza, de que la madre era más culpable que la hija.
No cabía un vetustense más. Los jóvenes laicos de la ciudad, estudiantes los más, no se distinguían ni por su excesiva devoción ni por una impiedad prematura; no pensaban en ciertas cosas; los había carlistas y liberales, pero casi todos iban a misa a ver las muchachas.
Palabra del Dia
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