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Actualizado: 12 de julio de 2025
Acaso por no ser él su autor, como opina el señor Menéndez y Pelayo, quien observa la profunda desemejanza del estilo de esta primorosa novela con el de las demás piezas de prosa del Inventario.
Porque eso de decir una cosa aparentando expresar la contraria y retorcer las frases de modo que una cláusula inocente en la apariencia llevase dentro «una saeta envenenada» llenaba de admiración a don Rosendo y le volvía loco de alegría. ¡Cuántas veces al leer en La España algún párrafo por el estilo: «Ayer apareció por fin la circular del señor Presidente del Supremo a sus subordinados.
La nueva Marsella, vasta, regular y magnífica, se extiende hácia el sur, hasta tocar con las encantadoras alamedas del Prado, orilladas por preciosas quíntas-palacios á estilo de las villas italianas, donde el mármol y las flores revelan todas las gracias del arte; y luego, hácia el oriente, hasta trepar sobre las colinas escalonadas y terminar al pié de la que sirve de asiento al bellísimo jardin botánico-zoológico de aclimatacion, que es uno de los tesoros de Marsella.
El ejemplo de Gil Vicente dió nacimiento á una escuela de poetas dramáticos, que escribieron autos y farsas de su estilo.
Tenía además un estilo de preguntar, afirmando ya lo mismo de que anhelaba cerciorarse, que hacía ineficaz la doctrina del P. Jacinto de callar la verdad sin decir la mentira. Ó había que mentir ó había que declarar: no quedaba término medio. Tío dijo Lucía apenas le vió á solas, V. ha estado en Villabermeja. Sí... he estado.
En sus poesías líricas muestra, sin duda, inclinación al estilo hinchado de aquel poeta; pero aunque en sus comedias se encuentren manchas aisladas de culteranismo, en general su dicción, llena de imágenes pomposas, es, sin embargo, corriente y escogida, pudiendo afirmarse también de casi todas ellas que reunen, á un desempeño verdaderamente poético, inventiva lozana y original.
-Porque, ¿cómo queréis vos que no me tenga confuso el qué dirá el antiguo legislador que llaman vulgo cuando vea que, al cabo de tantos años como ha que duermo en el silencio del olvido, salgo ahora, con todos mis años a cuestas, con una leyenda seca como un esparto, ajena de invención, menguada de estilo, pobre de concetos y falta de toda erudición y doctrina; sin acotaciones en las márgenes y sin anotaciones en el fin del libro, como veo que están otros libros, aunque sean fabulosos y profanos, tan llenos de sentencias de Aristóteles, de Platón y de toda la caterva de filósofos, que admiran a los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos, eruditos y elocuentes? ¡Pues qué, cuando citan la Divina Escritura!
Los críticos modernos que lo mencionan, pues de los antiguos no lo cita ninguno, están acordes en considerarlo como obra de capital importancia, intermedia por su estilo entre lo que pintó en Italia y lo que de allí en adelante hizo en la Patria.
Este noble empeño aparece claramente en sus obras, favoreciéndole sus estimables facultades poéticas. Zamora escribía con más formalidad y con más conciencia que Cañizares, asemejándose mucho á éste por la índole de su talento, principalmente por su animada pintura de costumbres y caracteres, y por su estilo natural y fácil.
Pues en el estilo, i en el artificio de los versos, os digo yo, que lo enmiendan.
Palabra del Dia
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