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Bettina no se engañó ni un segundo. Juan le presentó a Pablo de Lavardens, y éste acababa apenas el pequeño cumplimiento de estilo, cuando ya Bettina inclinándose hacia Zuzie, le decía al oído: ¡El trigésimo quinto!

Naturalismo espiritual i Al entrar en la calle de Mira el Río, encontraron a Severiana, a quien doña Lupe había visto algunas veces. Llevaba un vaso con medicina, tapado con un papel a estilo de botica antigua.

Los reyes sus sucesores don Sancho el Bravo, don Fernando IV i don Alfonso XI renovaron las citadas disposiciones contra los judíos: el primero en las Córtes celebradas en Valladolid el año de 1293: el segundo en las de Valladolid año de 1295 i en las de Medina del Campo año de 1303: i el tercero en 1310 en la coleccion de leyes del estilo i luego en el Ordenamiento de Alcalá.

Para correrla con él, le parecía poco el mundo entonces, y aun se creía capaz de arremeter con éxito á una escuadra de polizontes. Por eso prefería los viajes á la Habana. Allí tenía un amigo de la infancia en cada esquina, y mientras estaba con ellos gozaba á sus anchas, porque podía comer, hablar y armarlas al estilo de Santander.

Vemos que la brillante centuria que hizo florecer en todas las ciudades de España la última trasmutacion del estilo llamado gótico, nada notable dejó dentro de la catedral de Córdoba.

Y cesaron; pero dejando en Leto ciertas heces que le amargaron mucho la fiesta; y eso que el fiscal, lejos de ofenderse con la protesta, aunque cambió de estilo y de asunto, se quedó tan fresco como una lechuga, y tan amigo de Leto como siempre.

Párrafos aislados de ese estilo ampuloso é hinchado se encuentran, sin duda, en otros escritores contaminados con el ejemplo de Góngora; pero cierta ampulosidad en la frase, cierta afición al abuso de las imágenes y metáforas, se notan desde época muy anterior en muchos escritores españoles, como en los antiguos cancioneros y en Juan de Mena, como se observa más tarde en Herrera, y, por último, en Lope de Vega.

Un hombre corpulento, de unos cincuenta y cinco años, robusto y rosado, lleno de salud y de vida, con una fisonomía admirablemente honrada, una risa franca y llena de benevolencia, una mirada cordial, y una conversacion en que se confundia la sencillez del lenguaje con el aticísmo del estilo y la solidez de las observaciones.

El conde obedeció muy a gusto y comenzó a traducir el primer canto a libro abierto, desarrollando ante los ojos de Germana el bello estilo homérico, más rico, más pintoresco y más centelleante que los brillantes tejidos de Beyruth y de Damasco. Su traducción era tanto más libre cuanto que no entendía bien todas las palabras, pero entendía perfectamente al poeta.

El marqués de Jiménez recibía un capítulo cada dos días, y al copiarlo de su letra a pesar de sus grandes ocupaciones , admirábase de la sabiduría del joven. «Esto va a dar golpe pensaba . Tal vez es demasiado bueno; hay que poner un poco de estilo propio