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Actualizado: 23 de junio de 2025
Las únicas monjas a quienes respeto y admiro con todo mi corazón son las hermanas de la caridad. Maximina le miró sorprendida y no contestó. Todo el día estuvo un poco pensativa. Solían reunirse diariamente a la hora del oscurecer algunos jóvenes delante del estanquillo, aunque no en tanto número como los domingos.
Cualquier ciudadano pacífico, incluso los poetas líricos, puede pasar un rato agradable viendo desfilar una muchedumbre de Margaritas rubias y morenas con las cuales se pudieran empezar novelas tan amenas, si no tan famosas, como la de Fausto. Además, en el centro del paseo hay un estanquillo. La acera de Recoletos termina en la plaza de Colón.
En aquel momento entró doña Rosalía en el estanquillo. ¡Pobrecita! exclamó Miguel. Debe V. acostarse un poco a ver si se le pasa..... ¿Qué; te duele la cabeza? preguntó la tía. La canción de siempre..... Anda ve a recostarte hasta la hora de comer: ya te llevaré el agua sedativa. Maximina subió a su cuarto y doña Rosalía quedó disertando con Miguel, que apenas la escuchaba.
Gran conflicto habían creado al Gobierno, en opinión de todos los del corro, el alcalde presidente del Ayuntamiento y la viuda del marqués de Corujedo exigiendo el mismo estanquillo, el importante estanquillo del Espolón para sus respectivos recomendados. El jefe económico había dicho que allá el gobernador; lo estaba refiriendo él a los presentes. Los pareceres se dividían.
Al concluirse y venir los jóvenes a su acostumbrada reunión, dijo que le dolía un poco la cabeza, y en vez de permanecer en la tertulia, se retiró. Creyó Miguel, en vista de esto, haberla causado algún disgusto, y estaba con deseos de hablar con ella. Al día siguiente de madrugada la halló bordando en el estanquillo.
Era una hora ésta muy ocupada para la niña: la cena de los chicos y del huésped exigía bastantes preparativos: la criada se encargaba únicamente del condimento de los manjares; doña Rosalía de atender al estanquillo.
En los días siguientes, a medida que buscaba las ocasiones de hablar con ella a solas, la niña las evitaba cuidadosamente. Sin embargo, una vez que doña Rosalía se levantó dejándolos solos en el estanquillo, Miguel la cogió una mano y casi a viva fuerza se la besó. Maximina se puso encarnada y no supo más que decir: ¡Oh, por Dios!...
Buenas noches, Maximina dijo nuestro joven acercándose a ella. ¡Ay! buenas noches. ¿Aún no se ha decidido V. a bailar? No señor. Pues yo sí. La niña le miró sorprendida. Pero antes quiero descansar un poco al lado de V. ¿No hay por ahí una silla? Voy por ella ahora mismo repuso muy azorada. Y entrando en el estanquillo, salió con una que colocó bastante lejos de la suya.
Únicamente permanecían abiertas las tiendas donde se hacía tertulia, la de Graells, la de la Morana, y tal cual estanquillo. En el Camarote había mucha luz y gran animación. Pablito, en quien germinaban los rencores de su padre, le dijo a su amigo al pasar frente a la aborrecida tertulia: Piscis, tira una pedrada a esa puerta, y rómpeles los cristales.
Es un lindo pueblecito situado en el fondo de un valle, rodeado por todas partes de verdes montañas y de árboles. Cuando llegó a las primeras casas, se encontraba tan fatigada que se detuvo un instante para reposar. La primera tienda que vio abierta era un estanquillo. Entró resueltamente, y dirigiéndose a una mujer que cosía detrás del mostrador le preguntó: ¿Conoce usted a don Ricardo Vázquez?
Palabra del Dia
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