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Actualizado: 16 de julio de 2025
Picantes y provocadoras para ofrecerse á bailar, seduciendo al extranjero, se hacen esquivas y severas, casi insolentes, cuando se les hace comprender que su amabilidad ha sido mal interpretada. La gitana casada es fiel por religion y tradición de raza; la soltera es casta por reflexion, por interés personal y de raza también, y por educación.
Yo no era cazador, ni había manejado otras armas que las de adorno en los salones de tiro; ni entendía jota de ganados, ni de labranzas, ni de arbolados, ni de hortalizas, ni pintaba ni hacía coplas; y por lo tocante a la señora Naturaleza, la de los montes altivos y los valles melancólicos y los umbríos bosques y las nieblas diáfanas, y las sinfonías del «favonio blando» entre el pelado ramaje, y los rugidos del huracán en las esquivas revueltas de los hondos callejones, vista de cerca, mejor que madre, me parecía madrastra, carcelera cruel, por el miedo y escalofrío que me daban su faz adusta, el encierro en que me tenía y los entretenimientos con que me brindaba... Y a todo esto había que añadir que el invierno con sus fríos, con sus nieblas, con sus aguaceros y con sus nevascas, estaba ya cerniéndose encima de los picachos del contorno y de la casona de mi tío... Y aunque, por misericordia de Dios, no pasara yo allí más que él, ¡sería tan largo, tan largo!... ¡Cuántos libros devorados sin sacarles pizca de sustancia! ¡cuántos chamuscones en la cocina! ¡cuánta indigestión de bazofia! ¡cuántos paseos en corto! ¡cuántas rendijas del suelo contadas maquinalmente con los ojos! ¡cuántas rúbricas echadas con el dedo en los empañados cristalejos de mi cuarto!... ¡Virgen de la Soledad, qué perspectiva!
Por las calles y plaza á las ventanas Se ponen, que es contento de mirarlas: Con ricos aderezos, muy galanas, Y pueden los que quieren bien hablarlas, No se muestran esquivas, ni tiranas, Que escuchan á quien quiere requebrarlas, Y dicen só el rebozo chistecillos, Con que engañan á veces á bobillos.
Firmélos: «Anteo», y el seudónimo sirvió para que mis críticos extremaran la zumba. Entiendo que mi literatura poética no era inferior a la muy aplaudida de los más afamadas poetas de Villaverde, el «pomposísimo» y el Lic. Castro Pérez, quien, de tiempo en tiempo, tenía sus dares y tomares con las esquivas deidades del Parnaso.
No se muestran esquivas ni tiranas, Que escuchan á quien quiere requebrarlas: Y dicen só el rebozo chistecillos, Con que engañan á veces los bobillos.
Para adquirir el concepto total de la cordobesa es menester estudiarla en sus diferentes clases y estados: desde la gran señora hasta la mujer del rudo ganapán, desde la niña hasta la anciana, desde la hija de familia hasta la madre o la abuela; y verla y visitarla, ya en la antigua y espléndida capital del Califato; ya en la Sierra, al Norte del Guadalquivir, abundante en minas y en dehesas selváticas y esquivas; ya en la campiña ubérrima, donde hay lugares populosos y hasta lindas ciudades, y donde la riqueza, el bienestar y la cultura son mayores.
Comprendí entonces su resistencia de seis años contra las invencibles legiones de Augusto; y las legiones enteras despedazadas en el fondo de los desfiladeros, o rodando por las agrias laderas, aplastadas por los peñascos desgajados de las cumbres; el sentimiento exaltado de su salvaje independencia; la muerte en cruz antes que el yugo del conquistador... todo, todo lo comprendí y todo lo sentí, lo mismo que lo había comprendido y sentido mi padre, menos que pudiera vivir entre tales vericuetos y tan esquivas soledades, un hombre de mi educación, de mis sentimientos y de mis hábitos.
Las alimañas esquivas y feroces huían a la aproximación de la hueste, pero no faltaban seres animados, más mansos y menos recelosos del hombre, que apenas se apartaban al sentirle llegar, y hasta que se adelantaban y mostraban como si acudiesen a darle la bienvenida. A veces, con alegre desentono, graznaban los pavos reales, desplegando la brillante rueda de sus pintadas plumas.
Por mi parte, puedo deciros que siempre la creí una locura; mas desde anoche comienzo á comprender la pasión del escultor griego. Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que no tendrás inconveniente en presentarnos á ella. Pero... ¿qué diantres te pasa?... diríase que esquivas la presentación. ¡Ja! ¡ja! ¡ja! Bonito fuera que ya te tuviéramos hasta celoso.
Ya sé quien eres, cristiano, Tu virtud, valor, y suerte, Y sé que presto has de verte En el patrio suelo Hispano. Esta Silvia es tu muger? Si señor. Y adonde ibas Quando en las aguas esquivas Perdiste todo el placer? Yo te lo diré, señor, En verdaderas razones. De otro Rey y otras prisiones Fui yo esclavo, que fue amor.
Palabra del Dia
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