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Actualizado: 7 de junio de 2025
No había ejercicio corporal en que no brillase: gran jinete, certero tirador de pistola, ágil y diestro en la esgrima y valsador airoso y gallardo. Sus chistes eran reídos, sus discreteos celebrados. Todos le creían capaz de los negocios más serios si llegaba algún día a emplear en ellos su tiempo y sus facultades.
Don José quería tanto a su ahijada y gustaba tanto de verse próximo a ella, que aceptó gozoso. Las primeras explicaciones tuvieron poco éxito. Isidora no podía comprender aquel endiablado mete y saca de hilo superior, que por tantos agujerillos tiene que pasar hasta que lo coge en su horadado pico la aguja, y empieza, debajo de la placa, la rápida esgrima con el hilo interior.
Su padre aceptaba con gestos de tristeza las noticias de ciertos amigos que se imaginaban halagar su vanidad haciéndole el relato de encuentros caballerescos en los que su primogénito rasgaba siempre la piel del adversario. El pintor entendía más de esgrima que de su arte.
Se convino en hacer campo de batalla de aquel salón, cerrando antes la puerta. El capitán fue a su casa por los sables y los trajo al momento, debajo de la capa que para ocultarlos se puso. Ya sabemos que D. Luis no había empuñado en su vida un arma. Por fortuna, el conde no era mucho más diestro en la esgrima, aunque nunca había estudiado teología ni pensado en ser clérigo.
¡¡Huaya, homia!! Conciertos de piano y violin, de guitarra y acordeon, alternan con el chocar repetido de bastones de las lecciones de esgrima.
¡Ya veremos! contestó Maurescamp con bastante sequedad. Juana había asistido aquella mañana, como tenía por costumbre, a la lección de esgrima. Al salir notábase en ella un aire grave y meditabundo que no le era habitual desde que había empezado su nueva existencia. Todo el día estuvo pensativa. A la mañana siguiente, no faltó a la cita.
Dábase trato de príncipe en la comida, y durante toda ella no tenían un momento de sosiego los vasos, llenos con la mejor sangre de las cepas de Montilla, Jerez y Sanlúcar. Durante la comida no hablamos más que de la guerra, y después, cuando los generosos vinos de Andalucía hicieron su efecto en la insigne cabeza del <i>mister</i>, se empeñó en darme algunas lecciones de esgrima.
¿Y qué diantre de carnerada es esa? preguntó Pedro Lobo riendo, aunque preocupado y un tanto cuanto con la risa del conejo. La carnerada contestó Madame Duval , es un raro arte de esgrima que los negros aprenden y ejercen. Como tienen la cabeza más dura que hierro, hacen de ella un arma y llegan a dar topetadas feroces y a veces mortales.
El uno de los estudiantes traía, como en portamanteo, en un lienzo de bocací verde envuelto, al parecer, un poco de grana blanca y dos pares de medias de cordellate; el otro no traía otra cosa que dos espadas negras de esgrima, nuevas, y con sus zapatillas.
Encargó á Madrid cajas de guantes y corbatas, suscribiéndose á dos periódicos franceses que traían revistas de salones. También hizo venir floretes y caretas con todos los restantes adminículos del juego de esgrima.
Palabra del Dia
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