Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Gabriel se vio atraído de nuevo por el afecto de sus admiradores de las Claverías. Le acechaban, le seguían, doliéndose de sus ausencias. No podían vivir sin él, según declaraba el zapatero. Se habían acostumbrado a escucharle; sentían el afán de «ilustrarse», y rogaban al maestro que no los abandonara.

Al frente de ellos figuraba Celedonio, que en vida de Madariaga se había enriquecido ya sin otro trabajo que escucharle, repitiendo: «Así será, patrónMás de un millón de pesos representaban estas mandas en tierras y reses. El que completaba el número de los beneficiados era Julio Desnoyers.

Pero de pronto arrepentíase de esta confianza, sentía miedo y vergüenza, y giraba la cabeza para escucharle con los ojos perdidos en los pentagramas del libro de música.

No tardó en llegar a ser rico y obsequiado, porque todas las cortes, todos los soberanos de Europa se disputaban el honor de darle asilo, de escucharle. Nunca la voz humana había operado maravillas semejantes a las suyas; y renovó e hizo posibles los prodigios del cantor Linus y del tenor Orfeo, que, según dicen, encantaban y amansaban con sus melodías las bestias feroces de las selvas.

No reconociendo igualdad más que en Luna, sólo a él dirigía su palabra, como si los demás no tuvieran otro deber que escucharle en silencio. Si alguno hablaba, fingía no oírlo y seguía dirigiéndose a Gabriel.

Peroraba Mendoza desde uno de los bancos de la izquierda, donde acostumbraban a sentarse los jóvenes demócratas, y lo hacía con tanto desembarazo, con tan briosa entonación como si en toda la vida hubiera hecho otra cosa. ¡Ave María! dijo Miguel para este Brutandor no conoce la vergüenza. Y se sentó en una silla para escucharle.

Ahora cantaba á media voz, con los ojos húmedos por la poesía de sus recuerdos. Pero el viejo no podía escucharle. Excelencia: lo han fusilado... Acaban de matarle, á pesar de la orden. La sonrisa del jefe le hizo comprender de pronto su engaño. Es la guerra, querido señor dijo, cesando de tocar . La guerra con sus crueles necesidades... Siempre es prudente suprimir al enemigo de mañana.

Cualquiera imaginaría al escucharle que estaba pronunciando un discurso en algún club democrático, y no administrando una soberana paliza. Así terminó aquella refriega.

Y continuaba su discurso incoherente, interrumpido por toses y por sollozos. Después el Magistral le hizo callar y escucharle. Habló mucho y bien don Fermín. Era necesario para obtener el perdón de Dios que don Pompeyo, antes de sanar, porque sin duda sanaría y eso pensaba él también diese un ejemplo edificante de piedad.

El gitanillo gemía «sus pesares y sus penas» con ese sentimentalismo falso de la canción popular, añadiendo que «al escucharle un pájaro, se le habían caído de sentimiento las plumas a millares»; y la vieja y su gente le jaleaban, alabando su gracia con tanto entusiasmo como si se alabasen ellos mismos.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando