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Actualizado: 21 de julio de 2025


25 y volveré mi mano sobre ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todo tu estaño; 26 y restituiré tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel. 27 Sion con juicio será rescatada, y los convertidos de ella con justicia.

Pues volviendo á la cuestion moral, hemos descubierto que el palaustre francés anda tambien alisando la cara de las costumbres, y que más allá de esa cara lisa y graciosa, abajo, en lo hondo de la fábrica, hay ciertas escorias que el palaustre no puede quitar, porque el palaustre no quita nada, lo compone todo. Y nosotros, rudos y aviesos españoles, no queremos esas composturas francesas.

Las bocas de las minas vomitaban cada día más carbón, las fraguas despedían más humo, la locomotora dejaba más escorias á su paso al través de los campos. Pero lo más negro de todo lo negro que había en Laviana era Plutón. Aquel hombre ya no era hombre, sino un pedazo de carbón con brazos y piernas.

Dando las gracias a la esmirriada, salió Benina, y se fue por toda la calle adelante, atisbando a un lado y otro. Esperaba distinguir en alguno de aquellos calvos oteros la figura del marroquí tomando el sol o entregado a sus melancolías. Pasadas las casas de Ulpiano, no se ven a la derecha más que taludes áridos y pedregosos, vertederos de escombros, escorias y arena.

En fin, señora, allí le tiene usted tumbado sobre la alfombra de picos, y tan quieto que parece que lo han vuelto de piedra». Distinguió, en efecto, Benina la inmóvil figura del ciego, en un vertedero de escorias, cascote y basuras, que hay entre la vía y el camino de las Cambroneras, en medio de una aridez absoluta, pues ni árbol ni mata, ni ninguna especie vegetal crecen allí.

Y se lo hizo leer. Y entre Kempis y la Regenta, y el calor que empezaba a molestarle, y la prohibición de los baños le quitaron el humor al digno magistrado. Ya no leía, al dormirse, a Calderón, sino a Job y al dichoso Kempis. «¡Vaya unas cosas que decía aquel demonche de fraile o lo que fuese! No, y lo que es razón tenía, es claro; el mundo, bien mirado, era un montón de escorias.

A veces encontraba montones de escorias metálicas y ruinas de pueblecitos y capillas, sin que ningún ser humano habitase en su proximidad. Eran los restos de establecimientos mineros creados por los conquistadores españoles cuando se extendieron por estos yermos en busca de metales preciosos.

Un ciego impulso de mi amor de madre me arrastró hacia Luz con los brazos extendidos; pero otro impulso más fuerte de la conciencia me detuvo allí... No me atrevía a abrazarla, porque abrazarla era poner en contacto su inmaculada pureza con las escorias inmundas que imaginaba yo ver salir a borbotones de mi pecho.

Cruzó soberbia abriendo enorme brecha en los castañares que lo señorean, taladró con furia á Cerezangos, aquel adorado retiro del capitán, y siguió triunfante, vomitando humo y escorias, hasta Villoria.

Compárola a una hermosa llama que alumbra y vivifica una inteligencia cuando se la alimenta con discreción; pero si se le da mucho combustible, se trueca en una fogata que incendia la casa, y los incendios no dejan tras de más que escorias y cenizas. Trataré, señor cura, de gobernar con tino la llama; pero os aseguro que me gustan mucho las fogatas.

Palabra del Dia

malignas

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