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Mientras tanto se hace visible una caverna, observándose en ella al hombre vestido de pieles de fieras; delante de él la Luz como símbolo de la gracia, con una antorcha en la mano, que lo despierta, y le infunde la vida. La Sombra y Satanás se conjuran para corromper al recién nacido, y, en forma de serpiente y de basilisco, se esconden entre las flores y árboles del Paraíso.

4 En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado, no temeré lo que la carne me hiciere. 6 Se reúnen, se esconden, miran ellos atentamente mis pisadas, esperando mi alma. 7 ¿Escaparán ellos por la iniquidad? Oh Dios, derriba los pueblos con tu furor. 8 Mis huidas has contado ; pon mis lágrimas en tu odre, ciertamente en tu libro.

Lucharon contra la pobreza, contra la usura, y sucumbieron sin dejar de quererse: él siempre amante, solícita y cariñosa ella; ejemplo ambos de abnegación, de esas altas virtudes que se esconden avergonzadas para que no las vean la ley y la religión, como el noble haraposo se esconde de sus iguales bien vestidos.

Por desgracia, los que contra ella se rebelan, lejos de dar la cara, huyen y se esconden, prolongando así indefinidamente la guerra, los gastos y los sacrificios, y haciendo morir, mil veces más que en los combates, por las enfermedades, la flor de nuestra juventud generosa.

Todas las fachadas de la basílica, sin contar la principal con sus pórticos elegantes, sus estatuas á centenares, su exquisito gusto, su fisonomía admirable y nueva, su lujo arquitectural, son obras maestras, son museos. Volviendo al Palacio Ducal donde tantos portentos se esconden, nadie salga de su recinto sin ver el museo de escultura que hay en uno de sus infinitos salones.

Estas cenizas sólo para nosotros esconden un poco de calor». Fortunata, que tenía en cada mano una de las gruesas bandas de sus cabellos negros, apartándolas como si fueran una cortina, no sabía si reír o echarse a llorar... ¿Has hablado con él...? dijo conmovida y al mismo tiempo sonriente.

Si no fuese por el rumor del río, se creería uno sordo, pues los pájaros callan posados inmóviles sobre las ramas, los perros dormitan tendidos en los parajes más frescos, las bestias de carga reposan en el establo ó pacen silenciosamente en los prados, los insectos no zumban y los humanos se esconden no se sabe dónde. Y, sin embargo, nunca se muestra la vida tan poderosa como en estos días.

Conservan por largo tiempo en su pecho la memoria de las injurias recibidas, y aunque sientan partírseles el corazón de dolor y rabia, lo esconden y encubren disimuladamente con un semblante enteramente alegre, esperando coger al enemigo desprevenido para hacer con más seguridad el tiro.

Compónese esta serranía de piedras areniscas desmoronantes, muy ferruginosas y generalmente rojas, análogas en todo á las de la Sierra de San-José de Chiquitos y tambien á las de las últimas faldas de la cordillera, que bajan hácia el norte y nordeste de Cochabamba. Esta piedra arenisca forma un todo compacto de capas que se esconden bajo un ángulo de doce ó quince grados.

Nuestro ejército, lejos de lamentar la guerra, se alegrará de que, merced á la guerra, podrá luchar con alguien que la cara, que no sean foragidos que huyen y se esconden, y en cuyo vencimiento se puede alcanzar alguna gloria.