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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Es una invitación del señor de Argicourt para un Rally-paper, el sábado. ¿Vas a ir? Carlos vaciló un momento. No, tía Liette; mi licencia es corta, y quiero dedicártela entera. Pero yo no quiero ser egoísta y privarte de los placeres de tu edad. ¡Qué buena eres! No es más sino que te quiero mucho. Carlos la contempló con enternecimiento. ¡Oh! sí, la tía Liette le amaba... ¡Y él a ella!
Bonis sintió que el rostro de los más indiferentes, hasta el de los pilluelos que esperaban la calderilla, tomaba expresión de interés, de cierto enternecimiento. Las luces parecían cantar también al oscilar con ritmo; brillaban más rojas; los dorados del cura y del baptisterio se hicieron más intensos, más señoriles; los monaguillos, tiesos, solemnes, daban indudable respetabilidad al acto.
Creí leer en sus facciones el paso fugitivo de un ligero enternecimiento; pero después, y a medida que se disipaban rápidamente las nubes del síncope, se volvía a encender la malicia de la mirada en sus pupilas todavía turbias, y me dijo en su tono ordinario: ¿Que a quién habéis de querer?... ¡Vaya, vaya! señorita Elena, ¿es usted sincera?... Creí que ese corazoncito era más pronto en conmoverse... y esperaba...
No comprendí entonces que pudiera caber monstruosidad semejante en ser humano por bárbaro que fuese. Mi cólera cedió paso al enternecimiento. Un diluvio de lágrimas bañó mis mejillas. Puse la gumía sobre la mesa de noche. La puse allí con mucho tiento y temblando de que mi mujer se despertase. Volví a mirar a Beatriz. La miré como quien mira el tesoro que ha perdido.
Ella, por el contrario, se dejó arrastrar, en todo el candor de su plena inocencia, por aquel acceso de emoción y enternecimiento. Ella esperaba el amor... ¡si fuera el amor! El hombre que debía ser su pensamiento, su vida, su alma... si fuera él, este Juan. ¿Por qué no?
Vamos, ¿quién es tu madre, ésa? le preguntó mostrándole una mujer que a la puerta de la casa se hallaba en pie, mirándoles con enternecimiento. ¡Mama! gritó el niño con angustia. ¿Qué te pasa, hijo? dijo la madre riendo. Aún tiene miedo a las monjas, pero ya se le irá quitando dijo la hermana. Todavía hemos de hacer muchas migas, ¿verdad, buen mozo?... Señora, ¿me deja usted ir a lavar el chico?
Si alguna vez se les ocurre entrar en el número 22 de la calle de la Montera, cuarto bajo, contemplarán con lágrimas de enternecimiento un enjambre de inocentes y juguetones cachorrillos adiestrándose para meterlos mañana u otro día en la cárcel cuando voten a un candidato de oposición, impedir que se reúnan con sus amigos, y subirles discretamente las contribuciones.
Entonces la diabla se convertía en la mujer de la voz de madre, y las lágrimas de voluptuosidad de Bonis dejaban la corriente a otras de enternecimiento anafrodítico; se le llenaba el espíritu de recuerdos de la niñez, de nostalgias del regazo materno.
Nos parecemos por el modo de sentir, por la necesidad íntima del ideal, por la imposibilidad de ser felices a medias... Pronunció con enternecimiento estas palabras y se levantó, como asustada de su propia sinceridad y de lo que todavía pudiera salir de sus labios. Adriana quedó muda, alterado todo su ser por una emoción sin nombre.
Tómalo cuando se te antoje.... Tómalo, hija, tómalo.... A mí me basta con nada.... Al pronunciar estas últimas palabras visiblemente enternecido, quisieron arrasársele los ojos de lágrimas. Todos dieron muestras igualmente de enternecimiento y prorrumpieron en frases de conciliación.
Palabra del Dia
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