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Actualizado: 3 de noviembre de 2025


La vi enternecerse; los ojos se le arrasaron de lágrimas, y exclamó, queriendo reprimir los sollozos con un esfuerzo: A mi madre la quiero con toda mi alma, y la perdono... Está embaucada... Si no lo estuviera, no haría conmigo lo que ha hecho... ¡Pero a ese tío brujo, que ha de arder en los infiernos, nadie le corta el pescuezo más que yo!

Fernando era para ella ese ideal abstracto que se forja toda mujer al sentirse enamorada por primera vez: el hombre modelo, conjunto de gracia y de fuerza, de sentimentalismo y energía, capaz de enternecerse ante una flor y de pelear como una fiera; ese personaje, en fin, mezcla de tenor amoroso y de paladín membrudo, creado por las novelas, que nunca se ve en la realidad y que turba los sueños de las vírgenes.

También se diferenciaban notablemente en el humor. Ángela era desdeñosa, irascible, absolutamente incapaz de enternecerse, amiga de los placeres de la mesa sobre todos los demás. Lucía era romántica, llorona, con ribetes de literata, amiga de contar los sueños y los presentimientos, muy habladora, astuta y zahorí para explicar los misterios y laberintos del corazón; apenas comía.

Para no enternecerse, bebió y prestó atención á lo que decían los tres jóvenes. El legionario Blanes, romántico como debe serlo un hijo de fabricante metido en aventuras, hablaba de las hazañas de las tropas de Oriente con todo el entusiasmo de sus veintidós años. Le faltaba el tiempo para lanzarse á la bayoneta contra los búlgaros y llegar á Adrianópolis.

¿Qué había de hacer don Paco sino ufanarse, enternecerse, derretirse y perdonarlo todo al oír tan dulces y apasionadas frases en tan linda y fresca boca? No sabía, sin embargo, qué decir ni qué hacer, y, como generalmente ocurre en tales ocasiones, dijo no pocas tonterías.

¡Ay! hija mía, qué alegría me das... Al fin podré morir tranquila... No hables así, abuela adorada. Lo que hace falta es que vivas mucho tiempo... siempre. La abuela movió la cabeza con expresión de pena, y para no enternecerse más, me habló de la buena posición del señor Baltet, de sus gustos serios y de sus relaciones con el mundo de la ciencia. ¡Es alguien! dijo la abuela.

El refitorio era un aposento como un medio celemín; sustentábanse a una mesa hasta cinco caballeros. Yo miré lo primero por los gatos, y como no los vi, pregunté que cómo no los había a un criado antiguo; el cual, de flaco, estaba ya con la marca del pupilaje. Comenzó a enternecerse, y dijo: "¿Cómo gatos? Pues ¿quién os ha dicho a vos que los gatos son amigos de ayunos y penitencias?

Le prometo que será bien recibido; no se le hará alusión alguna ni en cuanto al presente ni en cuanto al pasado, y usted me promete, ¿no es verdad? rehuírlas también por su parte... ¿me promete también no enternecerse?... ¿me promete, en fin, no ser para Beatriz más que un bueno y antiguo amigo como lo es para ... y nada más?

No, no, mil veces no, es un error perjudicial enternecerse, es preciso guardar las fuerzas para los deberes que estoy obligada a llenar; cuando se está sobre el borde de la tumba, las lágrimas, dice, no en qué parte, la Escritura, debilitan el corazón del hombre. ¡Hoy necesito del mío como en mis tiempos mejores!...

En fin, Ricardo presumía que su amada tenía más cabeza que corazón, o él no sabía lo que se pescaba. Y poco a poco y a impulso de estas dudas que andaban cerca de ser certezas, nació en su espíritu cierto desvío del amoroso recuerdo que le embargaba. Cuando pensaba en la María de otros tiempos, tan alegre, tan gentil, tan bulliciosa, solía enternecerse y derramaba lágrimas.

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