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Actualizado: 21 de mayo de 2025


La culpa no es toda de ellos, Padre, contestó Isagani; la culpa está en los que les han enseñado á ser hipócritas, en los que tiranizan el pensamiento libre, la palabra libre.

Además, ella no sabía otra cosa. Eso la habían enseñado, en eso había nacido y en eso tenía que morir.

¡Señorita, por Dios!... No soy yo quien lo dice, sino todo el mundo... Ayer me decía doña Filomena que la edificaba verla a usted oír la misa y comulgar y que daría cualquier cosa porque sus hijas fuesen lo mismo... Y razón tiene para desearlo, porque una de ellas, la última, es de la piel del diablo... ¿Querrá usted creer, señorita, que el otro día arañó a su hermana en la iglesia, sobre si había de confesar una primero que otra?... ¡Bonito arrepentimiento! ¡Si da vergüenza, señorita, da vergüenza el ver cómo andan algunas por la iglesia! ¡Parece que están en su casa! ¡Ay, no se hacen cargo las pobrecitas de que están en la casa del Señor de los cielos y tierra que les ha de pedir cuenta de su pecado!... ¿No le ha enseñado doña Filomena el rosario que le mandó su hermano de la Habana? ¡Es una maravilla!

Las enseñanzas de la historia son letra muerta para muchos murmuró la abuela... Es curioso añadió, el ver cuántas personas inteligentes hay entre nosotros a quienes la historia no ha enseñado nada. ¡Aprender!... Esa es toda la filosofía de la vida, abuela querida... Pides demasiado. La abuela, sorprendida, me miró atentamente.

Valiente animal es vuestro Brama comparado con Apis, dixo el Egipcio; ¿qué cosas tan portentosas ha hecho ese Brama? El bracman le replicó: ha enseñado á los hombres á leer y escribir, y la tierra le debe el juego de axedrez. Estais equivocado, dixo un Caldeo que á su lado estaba; el pez Oanes es el autor de tan señalados beneficios, y á él solo se le debe de justicia tributar homenage.

Dirán: la condesa de Lemos es querida de Quevedo; y bien, vos me habéis enseñado á despreciar al mundo. Ya no llueve dijo Quevedo. Como que estamos bajo techado contestó doña Catalina ; ahora vamos á subir... y yo os doy la mano. No hablaba yo de esta subida. Pues mirad, yo estoy muy contenta. No veo el motivo. Os tengo. ¡Pero si decís que no os amo!

Mal sugeto era de veras el tal Azarria, y el bribon mas fastidioso que en toda la isla habia. Quince años tenia quando me envió mi padre á estudiar á Roma, y yo llegué con la esperanza de aprender todas las verdades, porque hasta entónces me habian enseñado todo lo contrario de la verdad, según es uso en este mundo, desde la China hasta los Alpes.

Ni por esas. Nieves no se puso colorada ni se apuró lo más mínimo. Respondió lisa y llanamente que allí estaban las cartas, si quería leerlas, y que si no le había enseñado las recibidas durante los dos últimos años, consistía en que precisamente era ese el tiempo corrido desde que ella había caído en la cuenta de que no tenía substancia maldita la retórica de su primo.

El rayo de sol la daba de lleno en el rostro, y, en medio de toda la vejez, de la descomposición, de la muerte que le rodeaba, Ramiro vio una cosa hechicera, deliciosa, toda vida, toda juventud, toda sangre, que palpitaba bajo su ansia. Era la boca, aquella boca roja de Beatriz, que el demonio carnal la había enseñado a salivar brevemente, y a ensanchar y contraer, de inquietante manera.

El ex presidiario se estremeció como si el viejo pudiese leer en su conciencia. Pero el duque había cambiado de nota: lloraba como un niño. Hijo mío decía , no quiero tener secretos para ti. Es necesario que te anuncie la desgracia que nos amenaza. Honorina quiere matarse esta noche; se lo ha dicho al doctor y ha enseñado su testamento a mi yerno.

Palabra del Dia

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