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Actualizado: 24 de junio de 2025
Watson había entornado los ojos, al mismo tiempo que su frente parecía obscurecerse, pasando por ella la sombra de un desfile de lejanas imágenes. Recordó la tarde en que Elena los había sorprendido cerca del río, á él y á Celinda, mientras ésta le enseñaba á tirar el lazo. Elena, para repeler tal recuerdo, se aproximó más al joven, apoyando sus manos en las solapas de su blusa.
Enseñaba pediduras para dinero seco y pediduras para cadenas y sortijas. Citaba a la Vidaña, su concurrente en Alcalá, y a la Plañosa, en Burgos, a Muñatones la de Salamanca.
El Magistral iba presidiendo el duelo de familia: no era pariente del difunto, pero le había sacado de las garras del Demonio, según Glocester, que se quedó en la sala capitular murmurando. «Aquello más que el entierro de un cristiano fue la apoteosis pagana del pío, felice, triunfador Vicario general». En efecto, el pueblo se lo enseñaba con el dedo: «Aquel es, aquel es, decía la muchedumbre señalando al Apóstol, al Magistral».
A la de buenos dientes, que riese siempre, hasta en los pésames; a la de buenas manos, se las enseñaba a esgrimir; a la rubia, un bamboleo de cabellos y un asomo de vedijas por el manto y la toca extremado; a buenos ojos, lindos bailes con las niñas y dormidillos, cerrándolos, y elevaciones mirando arriba.
Tan pronto como saben el castellano se hacen enemigos de Dios y de España... lea usted si no el tandang Basio Macunat; ¡ese sí que es un libro! ¡Tiene verdades como esto! Y enseñaba sus redondos puños. El P. Sibyla se pasó la mano por la corona en señal de impaciencia.
14 Y al medio de la Fiesta subió Jesús al Templo, y enseñaba. 15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, no habiendo aprendido? 16 Les respondió Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. 17 El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo.
34 Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 37 Y enseñaba de día en el Templo; y de noche saliendo, se estaba en el monte que se llama de las Olivas.
Al explicar su viaje, enseñaba su fuerte dentadura de campesino con sonrisas de inocente malicia. ¡Una verdadera calaverada, de la que hablarían mucho tiempo las gentes allá en Ibiza!
Algo más lejos, en un claro del parque Maximiliano, una boda de campesinos, lucida y ruidosa, bebía delante de largas tablas colocadas en banquillos, en tanto que un guarda de monte, con uniforme verde y escopeta en mano, en la actitud de un hombre que dispara, enseñaba a manejar ese maravilloso fusil de aguja, que con tanto éxito empleaban los prusianos.
La muchacha admiró las grandes tiendas de antigüedades y las de muebles con sus sillerías de sedas vistosas que alegraban los sombríos rincones del caserón. Isidro mostró a Feliciana un hombre obeso y cejudo que en la puerta de su tienda enseñaba unas planchas pintadas en cobre a dos señoras extranjeras. Aquel era su tío; debían pasar sin saludarlo, no creyera que iban a pedirle algo.
Palabra del Dia
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