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Yo me aburría entre aquella gente, sin poder sacar sustancia de tan inaguantable confusión de voces diversas, ni de aquel laberinto de opiniones, de insensateces, de puerilidades, manifestadas en coro inarmónico, cuyo susurro hubiera enloquecido la cabeza más fuerte. Dije a D. Diego, que me marchaba, y él se empeñó en que le acompañase hasta el fin.

Cuando estudio la causa, dudo. ¡Oh! , querida prima. Las pruebas acumuladas contra él eran decisivas. Yo mismo fuí cegado por ellas, puedo confesarlo puesto que estamos hablando con toda franqueza. He creído durante mucho tiempo que el pobre Jacobo, enloquecido, arrebatado por la necesidad de dinero, pudo, en un momento de irresponsabilidad... , he admitido que pudo ser criminal.

La obra había gustado poco, pero la artista había sido aclamada por el público, enloquecido y lacrimoso ante su patética desesperación en el acto final, al llorar el amor perdido. Después nada: ninguna noticia; se había eclipsado, impulsada, sin duda, por el amor, dominada, por aquella vehemencia que le hacía seguir al hombre preferido como una esclava.

Salí entonces, atravesé las butacas como un sonámbulo, aproximándome a ella sin verla, sin que me viera, como si durante diez años no hubiera yo sido un miserable... Y como diez años atrás, sufrí la alucinación de que llevaba mi sombrero en la mano e iba a pasar delante de ella. Pasé, la puerta del palco estaba abierta, y me detuve enloquecido.

¡Ah! no os inspiró deseo; ¿y deseásteis volver á verla? Deseé... deseé tenerla siempre á mi lado, vivir en su vida. Y no sobrevino el deseo... No. ¿Y os habéis casado...? Con el alma llena de felicidad. ¿Y la habéis hecho vuestra, con transporte, enloquecido? No, con miedo... ¡Con miedo! , con miedo por vos. ¡Ah! ¡yo! ¡siempre yo!

Viviremos juntos; de cuando en cuando oirás en mi cuarto alguna voz de mujer... ¡qué quieres!... Soy hombre... súfreme estos extravíos. Las mujeres me enloquecen, por eso he tenido el tino de no volverme loco por una sola: me he enloquecido por todas y no me he casado con ninguna; espero no caer en la tentación de hacerlo en los años que tengo.

Fue todo obra de un segundo. A la luz oscilante de la lámpara lo vi vacilar, quererse asir enloquecido del vacío, y con un espantoso grito de ira y desesperación, caer al fondo de aquel negro abismo, donde las impetuosas aguas lo arrastraran hacia regiones subterráneas, desconocidas e inexploradas.

Su padre era el hombre más valiente y más hermoso de la tierra. Así lo veía él. Y un día que, examinando los cajones de su camarote, encontró varias fotografías de mujeres llevando al pie los nombres de lejanos países, su admiración aún fué más grande. Todas debían haber enloquecido de amor por el capitán del Mare nostrum. ¡Ay!

Mi adormecido corazón despierta, y en tus hermosos ojos adivina los mismos ojos de mi madre muerta. No pudieron la ausencia ni el olvido, ni el hielo de tu cruel indiferencia arrancar para siempre esta dolencia del fondo de mi pecho dolorido. La pasión que me tiene enloquecido me consume con honda persistencia, y resurge con súbita violencia ante el prodigio de tu sér querido.

Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía; otros aseguraban que era un desgraciado, un iluso, que, enloquecido por anteriores triunfos, se había empeñado en sostenerse a la baja, perdiendo su capital y el de sus admiradores, para huir al fin, pobre y avergonzado, sin que su deshonra le valiera nada.