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Actualizado: 18 de junio de 2025


Llegó un momento, sin embargo, en que su corazón herido, deshecho, ya no pudo más. Se secaron las lágrimas repentinamente y un día en que su marido enloquecido se desbordaba en palabras ultrajantes le clavó una mirada larga, fría, despreciativa que le dejó paralizado. «Mi mujer me odia», se dijo estremecido. Y desde entonces aquella idea no se apartó de su mente.

Cuando, por la noche, volvía a su casa, dolorido de fatiga, se encontraba frente a su tío, enloquecido y brutal, por el mal éxito de sus experiencias. Luego tenía que partir con este triste pariente su pequeño jornal y soportar todo género de recriminaciones.

Total: la mujer a quien abandonaste siendo tuya y nada más que tuya, te ha enloquecido por sólo parecerte ajena.

Si ante el cadáver de Florencia había sentido desgarrársele el corazón; si la increíble idea de no verla más le había casi enloquecido; si la impotencia para vengarla le había roído las entrañas; si el miedo de haber sido él la causa de su muerte había ido a agravar con atroces remordimientos su dolor ya harto grave, todo eso podía haberle hecho creer que ya había llegado al término de una prueba tan cruel; pero un nuevo sentimiento de horror le asaltaba de pronto.

Lo inauguré yo con la princesa Flavia y con ella bailé también después, seguidos ambos por las miradas y los comentarios de la brillante concurrencia. Llegó la hora de la cena y en medio de ella me puse en pie, enloquecido por las miradas de mi prima, y quitándome el collar de la Rosa de Oro se lo puse al cuello.

O bien si no os agrada el modismo: <sc>El autor ha enloquecido</sc>. O bien: El autor no ha logrado todavía encontrar su juicio, y se lo pide a sus lectores. Era ya muy tarde, o por mejor decir muy temprano. Los relojes de la villa de Madrid habían marcado las tres de la mañana.

Reclinada en la pared del antepalco, desordenadillo el rizoso pelo, acarminadas las mejillas y voluptuosa la mirada, estaba realmente encantadora. Don Juan, medio enloquecido, dijo: ¿Eres Cristeta, o eres un tigre que está jugando con mi felicidad?

He querido, además, mostrar los resultados que ha traído y las consecuencias de aquella espantosa subversión de todos los principios en que reposan las sociedades humanas. Hay un vacío en el Gobierno de Rosas que por ahora no me es dado sondar, pero que el vértigo que ha enloquecido a la sociedad ha ocultado hasta aquí. Rosas no administra; no gobierna en el sentido oficial de la palabra.

Pero ¿quién ha sido el autor de este atentado? exclamé, enloquecido, con mis ojos clavados en esas feas manchas que cubrían mi piel, prueba evidente de que dentro de mi naturaleza se había introducido un veneno terrible.

Tan al por menor estáis, señora mía, dijo a este punto Margarita, que no es dable que no seáis vos aquella dama, que con tanta justicia mandó castigar al ciego y enloquecido, más bien que culpable, enamorado mío. Y no le culpo, porque vuestra hermosura es tal, que bien se alcanza que de todo otro amor aparte a un hombre, y le vuelva loco.

Palabra del Dia

irrascible

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