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Actualizado: 9 de junio de 2025
Media hora mas tarde, caminando sobre el lomo desnudo de la montaña, fuímos á apearnos á la puerta del estupendo hotel de Rigi-Kulm, que es el punto mas elevado de la montaña y el término de la excursion. Nada mas curioso que aquella Babel europea edificada sobre tan alta cumbre, en medio de un enjambre de lagos, valles y montañas, en el centro de la libre y pintoresca Suiza.
Ellas se despertaron alegres como un enjambre de bulliciosas abejas y me transportaron a otros tiempos, a otros lugares; ora al seno de mi familia humilde y piadosa, ora al centro de populosas ciudades, donde el amor, la amistad y el placer en delicioso concierto, habían hecho siempre grata para mi corazón esa noche bendita.
El poeta, que estaba consumido por ese horrible mal que se llama combustión espontánea, votó al día siguiente entre aquel enjambre borroso y hediondo, y, al apurar la última copa que le brindaron, cayó definitivamente herido por el delirium tremens. Pocas horas después murió aquel portentoso artista en el anónimo desconsolador de un hospital.
Mucho se discurre sobre si conviene o no la centralización administrativa y sobre los grados de autonomía de que deben gozar la provincia y el Municipio. Cuestiones arduas son estas que yo dejo con gusto para que las resuelva el bullicioso enjambre de hombres políticos y de Estado que en España tanto peroran y se agitan.
Los convidados de doña Manuela veían a poca distancia los famosos Silos de Burjasot, gigantesca plataforma de piedra, cuadrada meseta agujereada a trechos por la boca de los profundos depósitos y en la cual hormigueaba un enjambre alegre y ruidoso: corros en que sonaban guitarras, acordeones y castañuelas acompañando alborozados bailes; grupos de gente formal entregada sin rubor a los juegos de la infancia; docenas de muchachos ocupados en dar vuelo a sus cometas con grotescos figurones pintados, que al remontarse moviendo los inquietos rabos hacían el efecto de parches aplicados al azul cutis del infinito y daban al paisaje un aspecto chinesco de abanico o de pañolón de Manila.
Una mañana tomó el tren, y luego de faldear la montaña humeante del Vesubio, pasando entre pueblos de color de rosa circundados de viñas, bajó en una estación: Pompeya. De los hoteles y restoranes, en fúnebre soledad, surgieron los guías como un enjambre de avispas súbitamente despertadas. Se lamentaban de la guerra, que había cortado la circulación de viajeros.
Un enjambre de infieles sorprende entonces al Monarca, que viajaba, mientras descansa de las fatigas del camino, viéndose abandonado de todos sus servidores; ya se lo llevan los enemigos, cuando se presenta Sancho, lo salva, y lo conduce en sus brazos con peligro de su vida.
Y permanecían allí, mudos y molestos los dos, sin alegría, sin felicidad, aturdidos y desconcertados. El enjambre de parejas que se instalaban para el cotillón, obligándolos a moverse, los libró en parte de su perplejidad.
Pero lo que allí interesa mas es el lindo valle del Mürg, riachuelo regular cuyas aguas no solo ponen en movimiento un enjambre de molinos, aserríos de tablas y fábricas importantes, y difunden la fertilidad en los campos, gracias á una inteligente irrigacion, sino que tambien dan salida á las innumerables balsas de trozas y tablas de pino, abeto, encina y haya, que descienden del fondo de las montañas hácia el Rin.
Y esta situación duraba días y días, hasta que llegaba la noticia a los fortines y otra tropa se señalaba en el horizonte, compuesta de jinetes con viejos uniformes, peor armados y montados que el enjambre de indios, los cuales solamente huían por hartura, deseosos de poner en salvo su botín.
Palabra del Dia
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