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Actualizado: 2 de junio de 2025
Lavaos las manos, y limpiaos el cuello. Dad aca el agua: el fuego no se enciende? No hay quien pueda, señores, encendello? O Jupiter! qué es esto que pretende De hacer en nuestro daño el hado esquivo? Cómo el fuego en la tea no se enciende? Ya parece, señor, que está algo vivo. Quítate afuera, ó flaca llama escura, Que dolor en mirarte ansi, recibo.
Al través de su piel blanca como la leche, se distingue el azul de las venas y el rojo de la sangre cuando el rubor o la expresión la enciende. Sus finos cabellos, negros como el azabache, caen sobre los hombros, de suerte que le dan todo el aspecto de una jovencíta. Nadie diría que tiene más de treinta años.
6 y viniendo a casa, junta a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: Regocijad conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido. 8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla?
Los grandes ojos azules, lascivos, de la generala, se clavaban con amorosa inquietud en su amante al proferir estas palabras. Miguel despertó de la indiferencia en que yacía. Todo eso eres, cielo mío... Todo eso y mucho más contestó, apretándole con efusión las manos. ¡Si fuese cierto!... Pero no... tu amor va siendo cada día más tibio... A medida que el mío se enciende, el tuyo se apaga...
Pero es igual, Juan Claudio; saldremos bien de nuestra empresa, siempre que todo el mundo tome parte en ella. ¡Hexe-Baizel, enciende la linterna, porque voy a enseñar a Hullin las provisiones que tenemos de pólvora y plomo!
Y el cielo, de repente, como en una llamarada, se enciende de rojo: ya es como la sangre: ya es como cuando el sol se pone: ya es del color del mar a la hora del amanecer: ya es de un azul como si se entrara por el pensamiento el cielo: ahora blanco, como plata: ahora violeta, como un ramo de lilas: ahora, con el amarillo de la luz, resplandecen las cúpulas de los palacios, como coronas de oro: allá abajo, en lo de adentro de las fuentes, están poniendo cristales de color entre la luz y el agua, que cae en raudales del color del cristal, y echa al cielo encendido sus florones de chispas.
Á pesar de eso todos convinieron en que con su rusticidad á cuestas se quedarían de buen grado con ella. Después de largo vacilar Demetria se resolvió al cabo. Se dirigió á uno de los criados que había en la antesala y le dijo: Deme usted el abrigo. ¿Va á salir la señorita? Sí; voy á casa. Pepe volvió á decir el criado dirigiéndose á otro, enciende un farol y acompaña á la señorita.
El objeto de mi amor superior se ofrece a los ojos de mi mente como el sol que todo lo enciende y alumbra llenando de luz los espacios; y el objeto de mi amor más bajo, como átomo de polvo que vaga en el ambiente y que el sol dora.
Es un ser que se revela sucesivamente á sí propio; pero nó como él mismo, sino como un ser nuevo; un ser que nace y muere, y muere y nace á sus ojos, sin que él propio sepa que el que nace es el que murió, ni el que muere el que nació: una luz que se enciende y se extingue, y vuelve á encenderse y á extinguirse otra vez, sin que se sepa que es la misma. Demostracion.
Toda enfermedad apaga el valor y enciende el espíritu. Te estoy hablando de cosas que no entiendo bien. Quizá no las entiende bien nadie. La palabra sólo sirve para expresar cosas vulgares; pero la humanidad está tan ensoberbecida con esta facultad del lenguaje, que cree tener en la palabra el instrumento revelador de todo cuanto nos sucede.
Palabra del Dia
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