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Actualizado: 3 de julio de 2025
Digo lo que pienso, lo que es verdad... Estás enamorado de la señora Liénard y te imaginas que va a recompensar tu trabajo consintiendo en llamarse la señora Princetot... ¡No! exclamó el joven. ¡Nunca he pensado cosa tan absurda!
El horror antisemítico que embarga el ánimo de la nobleza austriaca explica la conducta de Poldy, que parece extravagantísima y hasta inexplicable en España. Poldy se había enamorado entrañablemente de Isidoro, pero, siendo él judío, juzgaba ella imposible aceptarle primero por novio y luego por esposo. El caso sería mirado como una abominación sin ejemplo.
Señora venía usted a decirme, yo sigo tan enamorado de su hija Presentación como el primer día. A pesar de su desgracia la quiero con todo mi corazón, porque mi cariño no se cifraba en la hermosura del cuerpo, que es perecedera, sino en la del alma, que jamás muere. El violinista se puso horriblemente pálido.
En vez de una hija, han sido dos... y, la verdad, la señorita Julia es de mejor índole, más cariñosa y dulce. ¡Eso un ciego lo ve! Hace tres años comenzó D. Javier a seguirlas por todas partes: a teatros, conciertos, paseos... en fin, lo que hace un enamorado. ¿De quién? De la señorita Julia.
Luego, más tarde, no se contentaba con el placer de confundirme, sino que le gustaba darme celos. Yo estaba enamorado. ¿Enamorado? Realmente no sé si estaba enamorado, pero sí que pensaba en Dolorcitas a todas horas, con una mezcla de angustia y de cólera.
Con gran deseo quedó el Caballero de la Triste Figura de saber quién fuese el dueño de la maleta, conjeturando, por el soneto y carta, por el dinero en oro y por las tan buenas camisas, que debía de ser de algún principal enamorado, a quien desdenes y malos tratamientos de su dama debían de haber conducido a algún desesperado término.
Ahora bien; el Conde ni estaba enamorado, ni pensaba en casarse con nadie, ni mucho menos con Inesita: sólo aspiraba a pasar el rato; pero el Conde tenía también su moral, y no había rato, por bueno que fuese, que mereciera que él se rebajase hasta mentir y engañar a una pobre chica, haciéndola creer que podría casarse con ella.
Después se vino a entender que el haberse mudado de traje no había sido por otra cosa que por andarse por estos despoblados en pos de aquella pastora Marcela que nuestro zagal nombró denantes, de la cual se había enamorado el pobre difunto de Grisóstomo.» Y quiéroos decir agora, porque es bien que lo sepáis, quién es esta rapaza; quizá, y aun sin quizá, no habréis oído semejante cosa en todos los días de vuestra vida, aunque viváis más años que sarna.
La primera jornada de nuestros dos caminantes fué bastante agradable, llevados en alas de la idea de encontrarse posesores de mayores tesoros que quantos en Asia, Europa y Africa se podian reunir. El enamorado Candido grabó el nombre de Cunegunda en las cortezas de los árboles.
La de Lemos se acercó á la camarera mayor hasta casi tocar con los labios sus oídos, y la dijo en voz muy baja: Don Rodrigo está enamorado de su majestad. ¡Explicáos, explicáos bien, doña Catalina!
Palabra del Dia
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