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Rectángulos de tierra apisonada marcaban el emplazamiento de las baterías enemigas antes de retirarse. Encontró cañones volcados con las ruedas rotas, armones de proyectiles convertidos en madejas retorcidas de barras de acero, conos de materia carbonizada, que eran residuos de hombres y caballos quemados por los alemanes en la noche anterior á su retroceso.

Gracias á este anestésico considerado en el país como un manjar de origen divino podría vivir días y días, sin que el hambre ni la sed dificultasen su viaje. Buscaba al cerrar la noche el abrigo natural de las piedras ó de los muros en ruinas que revelaban el emplazamiento de algún establecimiento minero arrasado dos siglos antes.

Manchas rectangulares de color más fuerte delataban en el empapelado el emplazamiento de los muebles y cuadros desaparecidos. ¡Con qué prontitud y buen método trabajaba aquel señor del brazal en la manga!... A la tristeza que le produjo el despojo frío y ordenado vino á unirse su indignación de hombre económico, viendo cortinas con desgarrones, alfombras manchadas, objetos rotos de porcelana y cristal, todos los vestigios de una ocupación ruda y sin escrúpulos.

En la punta del Izarra debió de haber en otro tiempo una batería; aun se notaba el suelo empedrado con losas del baluarte y el emplazamiento de los cañones. Cerca existía una cueva llena de maleza, donde solíamos meternos a huronear. Era un agujero, sin duda hecho en otro tiempo por los soldados de la batería, para guarecerse de la lluvia, y que a nosotros nos servía para jugar a los Robinsones.

En la costa de Venezuela, al notar en el Océano la gran extensión de agua dulce de la desembocadura del Orinoco, declaraba este río «uno de los cuatro que bañan el Paraíso terrenal». Y para dar emplazamiento al Paraíso, que, según sus autores favoritos, está situado en la cumbre de una gran montaña, escribía a los Reyes Católicos afirmando que «el mundo no es redondo en la forma que dicen los antiguos, sino en la forma de una pera, que es toda muy redonda, salvo allí donde tiene el pezón, que es lo más alto; o como quien tiene una pelota muy redonda y encima de ella coloca una teta de mujer, y esta parte del pezón es la más alta y más propincua al cielo». El pezón del mundo estaba en la costa de Paria, cerca del Orinoco, y en esta altura inaccesible vivían Elías y Enoch esperando el Juicio final.

La tosca y fea silueta y los groseros detalles que distinguen las construcciones del minero californiano, y además su poco pintoresco emplazamiento, todo se reunía allí a la tristeza de la ruina.

Como acaba de decirnos, el señor inspector general tenía la misión de visitar los bosques de Val-Clavin y examinar el emplazamiento de las nuevas tierras de pastoreo. Si, según era su deber, ha procedido detenidamente a esa visita, se habrá podido dar fácilmente cuenta de la naturaleza y del valor de las tierras que ahora se nos ofrecen.

Numerosas rancherías inmediatas á este emplazamiento militar han prestado sumisión, según consta en la memoria de que tomamos los anteriores datos; pero los sangrientos sucesos últimamente desarrollados en sus cercanías, son prueba evidente del poco valor que estas gentes dan á sus compromisos, los que sólo cumplen cuando puede convenir á sus intereses. Iligan.

No, no lo olvidará Julián. No olvidará aquellas inesperadas tribulaciones, el valor repentino y ni aun de él mismo sospechado que desplegó en momentos tan críticos para arrojar a la faz del marido cuanto le hervía en el alma, la reprobación, la indignación contenida por su habitual timidez; el reto provocado por el bárbaro insulto; los calificativos terribles que acudían por vez primera a su boca, avezada únicamente a palabras de paz; el emplazamiento de hombre a hombre que lanzó al salir de la capilla.... No olvidará, no, la escena terrible, por muchos años que pesen sobre sus hombros y por muchas canas que le enfríen las sienes.

Sólo algunas hogueras esparcidas aquí y allá alrededor de la alquería, de las que se elevaba en el cielo un humo débil, indican el emplazamiento del vivaque. Los montañeses, sentados alrededor de las ollas, con el sombrero echado atrás y el fusil en bandolera, se hallaban aburridos; hacía tres días que esperaban al enemigo.