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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Como Beatriz no le contestase y siguiese llorando, Inesita se inclinó sobre el sofá en que estaba echada Beatriz, y volvió a hacerle las mismas preguntas, acompañadas de besos y caricias. Beatriz no pudo ya resistirse; sentía además necesidad de desahogar su corazón, e incorporándose y teniendo a Inés a su lado, dijo con un suspiro: ¡Qué desgraciada soy, Inés! ¿Qué sucede? interrumpió ésta.

En la sala de escuela había dos o tres grupos de mujeres sentadas en los bancos, con la cabeza y el busto descansando sobre las mesas. Algunas roncaban con estrépito. La monja se había dormido también con la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta.

Puesta la mesa y sobre ella los manjares, y echada la bendición por el estudiante, dejaremos á la familia cenar con toda libertad: es operación, salvas algunas leves diferencias de forma en los cubiertos y de fuerza de masticación, que todos hacemos lo mismo.

Y ši la yerva del campo, que oy es, y mañana es echada en el horno, Dios la vište anši, no [hará] mucho mas

De repente una granada visitó con estruendo nuestro campo, reventando hacia la izquierda, por donde estaban los generales. Era como un saludo de cortesanía entre dos guerreros que se van a matar; un tanteo de fuerzas, una bravata echada al aire para explorar el ánimo del contrario. Nuestra artillería, poco amiga de fanfarronadas, calló.

Sirvieron el café; Jacobo habíase dejado caer negligentemente en una butaca, con la pierna derecha echada por encima del brazo de esta, y puéstose a fumar el exquisito cigarro puro que le ofreció el tío Frasquito.

Con la cabeza un poco echada hacia atrás y con los ojos ahuevados y vagos, pasea su pensamiento por un pasado tan lejano y ve tan alto en las jerarquías de Príncipes, que no puede ver lo que pasa delante de sus narices. ¡Y deben de haber sucedido unas cosas!...

Vamos a ver esa corbata dijo la complaciente tía, y acabemos de una vez, que tu padre espera. Y mientras anudaba los lazos a su gusto, con tal esmero que ponía en ello sus cinco sentidos, el joven, con la cabeza echada atrás para facilitar la operación, se impacientaba porque aquello concluía nunca. Al fin estuvo listo, se miró y se remiró; ahora el chaleco, luego, el frac...

Llegamos al Prado, y en entrando, saqué el pie del estribo y puse el talón por defuera y empecé a pasear. Llevaba la capa echada sobre el hombro y el sombrero en la mano. Mirábanme todos; cuál decía: «Este yo le he visto a pie»; otro: «Hola, lindo va el buscón». Yo hacía como que no oía nada, y paseaba. Llegáronse a un coche de damas los dos, y pidiéronme que picardease un rato.

La suerte estaba echada, no quería amor... La amistad les había llevado algo lejos. Ella tenía la culpa, pero sabría remediarlo. Era ya un barco viejo que no podía cargar con el peso de una nueva pasión. Si le hubiera conocido años antes, tal vez. Reconocía que hubiese llegado a quererle; le creía más digno de su amor que otros hombres a los que había amado.

Palabra del Dia

hociquea

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