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Actualizado: 10 de junio de 2025


Pocas horas después de enviar don Juan a Cristeta su romántica y desesperada carta de despedida, recibió de ella un papelito que traía estas palabras escritas con mano temblorosa: «Juan: Oy mismo a las once de la noche te espero en la plaza de oriente frente a la puerta de Palacio, y si no estás decidido a todo no bayas. Cristeta.» <tb>

En tal virtud creemos curioso el siguiente documento: «Pone por aprentis leonor rodríguez, mujer de juan sobrino ollero, vecino de triana guarda e collación de seuilla a lope su hijo ciego moço de edad de doze años poco más ó menos que esta so su poderío e administración con juan de villalobos ciego vezino desta dha. çibdad en la collación de santa Maria magdalena questa presente desde oy día fasta quatro años primeros para que en este dho. tiempo el dicho su fijo le sirua en el dho. su oficio de rezar e le acompañar en todas las otras cosas que le dixere e mandase fazer ... etc.

Después de su muerte volvió á estar en el primer olvido y desprecio hasta que el Doctor Ioan de Torres noble hijo desta gran Ciudad y muy diligente en adquirir memorias de Antigüedad la llevó á su casa donde oy la tiene entre el tesoro de tantos libros y curiosidades, cuantas no será posible dezir, ni facil el verlas por su mucho número

«Conozco, se pudiera aver escusado este advertimiēto, por componerse oy las farsas en todo genero de verso, mas fue forçoso proponer lo mejor. Sobre todo os ruego escuseis la borra de muchos romances, porq

El que la decía sin falta se ganaba una raya buena, y una mala el que cometía más de tres equivocaciones. Un chico gordo, con cara de sueño y cabellos tiesos y duros como barbas de un cepillo, bostezaba hasta dislocarse la mandíbula y se desperezaba estendiendo los brazos, lo mismo como si estuviese en su cama. Vióle el catedrático y quiso asustarle. ¡Oy! , dormilon, ¡abá! ¿cosa?

Claramonte llamábale en 1613, en el Inquiridion que va al fin de su Letanía moral, «floridissimo ingenio de Ezija, de quien esperamos grandes escritos y trabajos, y a hecho hasta oy muchas famosas comedias». Cervantes no le elogió menos en estos dos tercetos del cap.

Los enredos de Benito, de Lope. El lacayo fingido, de Lope. Tres loas de Lope de Vega se han impreso juntas con el título: «Tres loas famosas de Lope de Vega, las mejores que hasta oy han salido. Aora nuevamente impresas en Sevilla por Pedro Gómez de Pastrana a la Carcel Real: año de 1639

El catedrático oyó el grito, les vió y adivinó de qué se trataba. ¡Oy, tu! espíritu sastre, le interpeló; yo no te pregunto á , pero ya que te precias de salvar á los demás, á ver, sálvate á mismo, salva te ipsum, y resuélveme la dificultad. Juanito se sentó muy contento y en prueba de agradecimiento sacóle la lengua á su apuntador.

Y ši la yerva del campo, que oy es, y mañana es echada en el horno, Dios la vište anši, no [hará] mucho mas

REY. Jacinto, no ignora El alma lo que aveys hecho; Mas, pues los indicios forman Tanta culpa, errores tantos Que en vuestro honor se acrisolan, Lo hecho está muy bien hecho, Y por mi palabra heróyca Os prometo de pagaros El respeto á la persona De Enrique, siendo desde oy Vos dueño de mi corona, Siendo mi amigo, mi amparo, Siendo mi privança toda, Siendo un exemplo de vida, Siendo archivo de la honra, etc.

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