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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Era raro el galán que duraba más de un par de meses en su gracia. En realidad ninguno estaba en posición de merecerla. En Lancia y en el resto de la provincia no había quien tuviera hacienda proporcionada a su dote. Si alguno existía, no estaba por su edad habilitado para casarse con tan tierno pimpollo.
Cuando por las instancias del criado conseguía levantarse, todavía le duraba largo rato esta languidez: apenas podía tenerse en pie; bostezaba a menudo y daría cualquier cosa por tornar nuevamente a la cama. Poco a poco se fueron disipando los colores de sus mejillas, por más que el organismo no parecía resentirse.
Como á la Edad Media había sucedido rápida é insensiblemente la época de que tratamos, heredando muchas de sus ideas y costumbres, duraba en el pueblo la afición á las tradiciones románticas y á la poesía caballeresca.
No apuntaba siquiera el propósito de levantarse, porque no se lo permitía la extenuación de sus fuerzas; pero creía en la posibilidad de volver a tomar el sol antes de morirse, aunque fuera sacándole en un cesto a la solana si le duraba al tiempo aquel buen semblante unos cuantos días.
Y como yo también tenía más ganas de asustarle que de herirle, aquella a modo de danza, duraba ya demasiado y se hubiera hecho interminable, a no ser por los gritos que daba doña Marcela pidiendo socorro. »Los gritos no fueron inútiles.
La reprensión nunca duraba menos de quince o veinte minutos, el tiempo indispensable para desalojar la inmensa cantidad de ajos que se le habían acumulado en el cuerpo desde la noche anterior. Así como hay personas que por la mañana se meten los dedos en la boca para provocar la bilis, don Roque necesitaba indefectiblemente este desahogo para quedar a gusto.
I esto hacia porque aun duraba la guerra con el rei don Alonso, pretendiente de la corona de Castilla por los derechos de su esposa la Beltraneja. Isabel en esto comenzó á trabajar ahincadamente en el establecimiento de la santa hermandad, que se habia fundado con el solo objeto de purgar de malhechores todas las tierras incultas, que eran el abrigo de estos forajidos.
Calló la voz, y luego se oyó un profundísimo suspiro, que las vihuelas, que con el canto habían terminado su música, no pudieron cubrir con sus acordadas voces, y hubo algún espacio de tan grande silencio, que hubiérase podido oír el vuelo de un mosquito que por allí en aquel punto hubiera pasado; y aún duraba el encanto de la música, y el familiar no sabía qué pensar de lo que pasaba por su poco antes ánima castísima, cuando con más concierto y dulcedumbre que antes, volvieron las vihuelas al ritornelo.
Los negros bogas corrían sobre él, medio desnudos, soeces, salvajes en sus costumbres... ¡y esa vida, sobre todo cuando se trataba de subir el río, duraba, meses enteros!
El viaje le podía costar caro si duraba mucho tiempo. Lo difícil no era encontrar un colega que se encargase de la duquesa y de los demás enfermos; pero París es una ciudad donde los ausentes no hacen carrera y aquel que no se exhibe todos los días es pronto olvidado.
Palabra del Dia
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