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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Estas eran las que abría con más prisa y leía con mayor interés, animado el rostro por la emoción él que de ordinario se mostraba tan discreto, y la llegada de aquellas cartas estaba siempre seguida por cierto abatimiento que sólo duraba algunas horas o por una animación y una verbosidad extraordinaria que persistía por muchas semanas.

«Pero no hay como ser bruto para llegar a rico», según decía el barbero Cupido al hablar de don Matías. Poco a poco fue lanzándose en la exportación de la naranja a Inglaterra. Compró a crédito las primeras partidas y comenzó a soplar para él la racha de loca suerte que todavía duraba. Su fortuna fue cosa de pocos años.

Aún tenía delante de todo aquel año que empezaba entonces, y durante el cual ella y el conde Enrique, habían concertado ya con su hermano mayor, permanecer en el castillo, mientras duraba el riguroso luto y acababa de hacerse el deslinde y las particiones de la muy corta hacienda, en la que todavía muy poco les tocaba.

El Magistral, mientras duraba la debilidad, le había prohibido incorporarse para rezar de rodillas sus oraciones de la mañana. Pero ella en cuanto sintió aquella bienhechora fortaleza de los músculos, que es como el amor propio del cuerpo, gozose en distender los miembros que volvían a cubrirse de rosas pálidas, otra vez repletos de vida circulante.

La tertulia duraba de ordinario hasta cerca de las dos; pero don Braulio y sus damas solían irse antes de la una. Así lo hicieron aquella noche. El Conde de Alhedín, aunque no tenía gana de más tertulia, no se atrevió a irse cuando se fué doña Beatriz, ni inmediatamente después. Se quedó, entrando en el corro general de los que estaban allí hasta última hora.

Hoy es corto el tránsito por aquel estrecho. Entonces parecía que duraba un siglo. Y la naturaleza circunstante, esquiva hasta entonces al hombre civilizado, que nunca fijó en ella sus miradas dominadoras, se alzaba soberbia en contra de él, procurando atajarle y sobreexcitando su ánimo con la amenaza de mil peligros, ya verdaderos, ya exagerados por la fantasía.

Luego de beber el filtro de amor, el encantamiento de ellos no duraba años, no duraba una existencia entera: su poder iba más allá de la muerte... Y cuando después del trágico fin quedaban acostados para siempre, cada uno en su tumba de piedra, a la sombra de un monasterio, un zarzal nacido de los restos de Tristán crecía en una sola noche, cubriéndose de flores y de pájaros, y abarcaba las dos sepulturas con abrazo tenaz.

La hora, el tiempo, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba causó admiración y contento en los dos oyentes, los cuales se estuvieron quedos, esperando si otra alguna cosa oían; pero, viendo que duraba algún tanto el silencio, determinaron de salir a buscar el músico que con tan buena voz cantaba.

Y esta situación duraba días y días, hasta que llegaba la noticia a los fortines y otra tropa se señalaba en el horizonte, compuesta de jinetes con viejos uniformes, peor armados y montados que el enjambre de indios, los cuales solamente huían por hartura, deseosos de poner en salvo su botín.

Aquel día mi chiquita no salió al balcón, sin duda avergonzada de su condescendencia; pero al siguiente la hallé dispuesta y aparejada al combate de miradas, señas y sonrisas, que ya no escasearon por ambas partes. Una hora o más duraba todas las tardes este juego, hasta que se oía llamar y se retiraba apresuradamente.

Palabra del Dia

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