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Actualizado: 14 de octubre de 2025


En tanto le parecía escuchar siempre una voz subterránea que clamaba: "Lázaro, ¿duermes? Despierta, Lázaro." A la madrugada su sueño fué más profundo. Despertó á las ocho, y en los primeros momentos tuvo que recoger sus ideas y meditar un poco para saber dónde estaba y qué cosas le habían sucedido. Su tío había salido. Levantóse y se vistió.

Lo particular era que en aquella crisis el desventurado joven no pasaba de las extravagancias de lenguaje a las violencias de obra; todo era quejas acerbísimas, afán angustioso por su honor y amenazas de que iba a hacer y acontecer. «¿Qué disparates estás hablando ahí? le dijo su mujer . ¿Por qué no te acuestas? Ya que no duermes, déjame dormir a ».

Yo siempre he llevado el alma en mi rostro, y me he presentado a los ojos de todo el mundo como soy, como era, con mis defectos y cualidades, tal como Dios me hizo... ¿Pero no tienes nada que contestarme?... ¿O es que no se te ocurre nada para defenderte? Señora, callo, porque estoy dormida. No, no duermes, es mentira: la conciencia no te deja dormir.

Por no arrostrar el enojo de un temible amigo; por no incurrir en la tacha de desleal. A media noche la inquietud de la agonía le hace insoportable la cama; levántase y va a buscar a su confidente: «¿Duermes, amigo? le pregunta en voz baja. ¡Quién ha de dormir, señor, con esta cosa tan horrible! ¿Con que no hay duda? ¡Qué suplicio el mío!

Ya lo comprendo; pero hay que hacer algo por , hombre. Claro está que si uno se abandona al sueño, nunca se levantará cuando necesita ni tendrá tiempo para nada. duermes mucho, hijo: eso no puede sentarte bien. Pienso que tu padre tiene razón cuando dice que tus ojeras provienen de eso. ¿Quién los ha visto cruzar por la plaza?

La prueba la tienes en tu estado actual; ya ves cómo te repones por días; duermes perfectamente ahora; comes con bastante apetito... ¡calcula cómo estarás dentro de un mes!

Dos minutos después estaba Ana en pie; pero quejándose de la cabeza, del corazón, declarando que tenía los huesos rotos, que se moría de frío; todo en voz tan baja y quejumbrosa, que nadie la tendría por la petulante moza de antes del desmayo. Mujer, vente a mi casa, te daré ropa seca dijo Amparo. No, a la mía, a la mía.... El cuerpo me pide cama. Duermes conmigo.

19 Cuando nos quebrantaste en el lugar de los dragones, y nos cubriste con sombra de muerte, 20 si nos hubiésemos olvidado del Nombre de nuestro Dios, o alzado nuestras manos a dios ajeno, 21 ¿No demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos del corazón. 22 Antes por tu causa nos matan cada día; somos tenidos como ovejas para el degolladero. 23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor?

Apenas la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo, con el ardor de sus calientes rayos, las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase, cuando don Quijote, sacudiendo la pereza de sus miembros, se puso en pie y llamó a su escudero Sancho, que aún todavía roncaba; lo cual visto por don Quijote, antes que le despertase, le dijo: ¡Oh , bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues sin tener invidia ni ser invidiado, duermes con sosegado espíritu, ni te persiguen encantadores, ni sobresaltan encantamentos!

Pero la hermana no calló. Ella economizaba, privándose de todo para sostener la apariencia de la casa, hasta que las niñas encontrasen «un buen partido»; pero a veces se tropieza con escollos insuperables y no sabe una cómo salir a flote. Pero... ¿duermes, Juan? ¿No me escuchas? Un gruñido dio a entender a doña Manuela que su hermano la oía con los ojos cerrados. Esto bastó para que continuase.

Palabra del Dia

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