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Actualizado: 14 de octubre de 2025
Lleva el traje nuevo. El señor don Matías Cepeda era el socio principal de la Sociedad naviera Vasco-Andaluza, Cepeda y Compañía, propietaria de la fragata que mandaba don Ciriaco y de otros muchos buques. Fuimos al barco, dormí yo en mi camarote y por la mañana me despertaron dos golpes en la puerta. ¡Eh, Shanti! me dijo don Ciriaco , ya es hora. Duermes como un lirón.
En tanto, el exaltado liberal tuvo tanto que pensar en otras cosas, que relegó á segundo término aquella cuestión, y se acordaba poco de la apostasía que su tío le había exigido. Lázaro cedía á la fatiga, se dormía lentamente, cuando el viejo dijo con voz fuerte: Lázaro, ¿duermes? ¿Qué? contestó el muchacho, despertando sobresaltado.
Después llegó Tom, y la hermana de Moreno se retiró a punto que entraba Guillermina con la misma cantinela: «¿Quieres algo?... A ver si te duermes, que no es mal ajetreo el que vas a llevar mañana. Mira; de París telegrafías, para que sepamos si vas bien...». Daba algunos pasos hacia fuera y volvía: «Lo que es mañana no te llamo. Necesitas descanso.
Que la mujer es ángel de la tierra Que Dios creó para hermosear el mundo, Para que en medio del dolor profundo Dé al corazon el bálsamo de paz. Tú no comprendes hoy estas palabras Mientras duermes tu sueño de inocencia, Mas cuando brille en tí la inteligencia Mis versos con amor estudiarás.
Había ya vuelto en este tiempo de su parasismo don Quijote, y, con el mesmo tono de voz con que el día antes había llamado a su escudero, cuando estaba tendido en el val de las estacas, le comenzó a llamar, diciendo: -Sancho amigo, ¿duermes? ¿Duermes, amigo Sancho?
36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Y vino y los halló durmiendo; y dice a Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora? 39 Y volviéndose a ir, oró, y dijo las mismas palabras. 40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.
De la vida sólo conociste las primeras sonrisas, y te duermes á la hora del sufrimiento inevitable... ¡Vete á la claridad y al reposo, almita querida, hermana del alma aromosa de las flores y del espíritu músico de los pájaros!... Mañana, en el jardín, aspiraré tu perfume en el perfume de mis rosales, y te oiré cantar sobre las ramas de mis árboles...»
14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará el Cristo. 15 Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como locos, sino como sabios; 16 redimiendo el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
¿No te duermes? volvió a preguntar Ricardo. Ya te he dicho que no quiero dormirme... ¡Me encuentro tan bien despierta!... El que duerme no padece, pero tampoco goza... Sólo es bueno dormir cuando se sueñan cosas lindas, y yo no las sueño casi nunca... Ahora me parece que estoy durmiendo y soñando... ¡Te veo de un modo tan raro!... Estoy viendo el cielo debajo y el mar encima.
El botón de nácar, al cual se adhería un jirón de tela y que se había quedado en el ojal, era lo único que indicaba que, antes de dormirse, la joven había debido ser presa de una violenta agitación. Duermes, tesoro mío, dime que duermes, dijo la señora Hellinger sollozando. Dime que no has hecho semejante afrenta a tu tía, a tu querida tía que te ha criado y cuidado como a su propia hija.
Palabra del Dia
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