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Verdad es que para tenerlas, no reparaba en escrúpulos, y así se las manejaba de manera harto donosa, siendo protector de rufianes y valentones, á quienes sacaba el dinero por tenerlos al amparo de la justicia, teniendo de su particular predilección á Juan de Barrio, rufián célebre en Sevilla por sus tropelías, y á otros no menos conocidos como Francisco de Espino, Francisco Bautista, Medrano y Escamilla, siendo también muy señalada su protección á la Garrida y á María Pérez, dos mozas de chapa, regatonas de pescado en la Costanilla.

Eres mía y no has de hacer sino lo que yo te mande. ¡Pobre criatura, formada de sensibilidad ardiente, de imaginación viva, de candidez y de superstición, eres una admirable persona nacida para todo lo bueno; pero desvirtuada por el estado salvaje en que has vivido, por el abandono y la falta de instrucción, pues careces hasta de la más elemental! ¡En qué donosa sociedad vivimos, que se olvida hasta este punto de sus deberes y deja perder de este modo un ser preciosísimo!... Ven acá, que no has de separar de ; te tomo, te cazo, esa es la palabra, te cazo con trampa en medio de los bosques, fierecita silvestre, y voy a ensayar en ti un sistema de educación.... Veremos si tallar este hermoso diamante.... ¡Ah!, ¡cuántas cosas ignoras!

Pues adelante repitió Leto muy regocijado , y no se hable más del asunto... ¡Listo, Cornias! que ya viene la brisa picando. Ha tardado menos de lo que yo esperaba, y me alegro; así empezaremos primero para acabar más pronto... porque usted está algo de prisa, Nieves, ¿no es verdad? Esté o no esté respondió Nieves con donosa formalidad , el paseo ha de ser en toda regla.

Juanita zapateaba, donosa o duramente, a cuantos mozos la pretendían, y lo que es Antoñuelo iba ya con menos frecuencia a casa de Juanita. Según en el lugar se sonaba, andaba él muy extraviado, frecuentando las tabernas en harto malas compañías y pasando muchas noches en francachelas y jaranas.

Pero ¡qué donosa estaba y qué linda, con su revoltijo de cabellos castaños sombreándole la cara juvenil, tersa y sonrosada, hablando por sus ojos azules, de largas pestañas, tanto como por su boquita de labios rojos sobre los dientes más blancos y apretados que yo he visto en mi vida, mientras se afanaba por cubrir con las antes recogidas mangas de su vestido, y debajo de los flecos y sobrantes del espeso chal con que se envolvía el gracioso busto, sus rollizos brazos, salpicados aún por leves costras, lo mismo que las manos pequeñuelas y rechonchas, de la masa de «pan de trigo» que acababan de «sobar»!

Tu proeza ilumina ¡oh Sol preclaro! el siglo que tu mérito abrillanta. Eres genio del mundo, eterno faro; y encarnación de Dios es tu obra santa. Tu sátira donosa fué la fusta con que abatiste el vil positivismo. Retrata enteramente tu obra augusta a esa edad de prosáico realismo.

Pero bárrese luego este nublado En llegando á ciudad que es populosa, Y allí le damos treguas al enfado. Y así vuesa merced, la mi Donosa, Tendrá mucho antes del tercero día Requiebro como el puño, en verso y prosa.

Habiéndose marchado todos los criados, se quedáron en alto silencio Candido, Martin y los seis forasteros. Rompióle al fin Candido, diciendo: Cierto, señores, que es donosa la burla; ¿porqué son todos vms. reyes? Yo por mi declaro que ni el señor Martin ni yo lo somos.

Parecéis uno y otro nacidos bajo la mesma constelación. ¡Lucida pareja! El será el nácar y vos la perla, señora mía! ¿A qué iglesia fuiste? A la Mayor. Ya bendijeron el fuego y el cirio. Yo me hice dar, por un canónigo amigo, del incienso y del estoraque. ¡Donosa fiesta! El templo güele mejor que un vergel. Démonos prisa, que llegaremos tarde.