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Tristán, después de la reconciliación con su novia, había llegado hasta ponerse de buen humor; charlaba y narraba anécdotas y aun se autorizaba algunos donaires, aunque esto último siempre por cuenta de su amigo Núñez, el hombre más gracioso de España, ya se sabe. No charles tanto, Tristán le decía Reynoso , no estás acostumbrado a ello y te va a hacer daño. Verdad.

El plumario, que era mozo muy socarrón y amigo de donaires, díjose para el cuello de su camisa: Al fin ha arriado bandera esta prójima y quiere parlamentar. Decididamente tengo mucho aquel y mucho garabato para las hembras, y a la que le guiño el ojo izquierdo, que es el del corazón, no le queda más recurso que darse por derrotada.

Apartóse Roque a una parte y escribió una carta a un su amigo, a Barcelona, dándole aviso como estaba consigo el famoso don Quijote de la Mancha, aquel caballero andante de quien tantas cosas se decían; y que le hacía saber que era el más gracioso y el más entendido hombre del mundo, y que de allí a cuatro días, que era el de San Juan Bautista, se le pondría en mitad de la playa de la ciudad, armado de todas sus armas, sobre Rocinante, su caballo, y a su escudero Sancho sobre un asno, y que diese noticia desto a sus amigos los Niarros, para que con él se solazasen; que él quisiera que carecieran deste gusto los Cadells, sus contrarios, pero que esto era imposible, a causa que las locuras y discreciones de don Quijote y los donaires de su escudero Sancho Panza no podían dejar de dar gusto general a todo el mundo.

Desde los coches á los balcones entablábanse animados diálogos, cambiábanse requiebros por donaires, confites por sonrisas; arrojábanse sonoros besos que, en alas del viento, iban á posarse tímidamente sobre alguna tersa mejilla ruborizada.

Ni eran estas las únicas gracias y donaires de la cantora, antes lo mejor de su repertorio, la quintaesencia de sus monerías, guardábala para la dulce intimidad de los felices mortales que a aquella Dánae de bambalinas lograban aproximarse, bien provistos de polvos de oro. ¡Con qué felina zalamería menudeaba los golpecitos en la panza, y llamaba a graves sesentones ratoncillos, perritos suyos, gatitos, bibis, y otros apelativos cariñosos y regalados, que a arrope y miel sabían!

Serían las nueve de la noche cuando se encontraron dentro de la romántica y alegre ciudad, en medio de aquel idioma ceceoso y de los donaires y chuscadas de la gente andaluza.

En varios pueblos de mi provincia, así como en muchos de los pueblos de la de Jaén, es frecuentísima cierta interjección inarticulada que se confunde con un ronquido. La cordobesa, por último, adorna su discurso con mil figuras e imágenes, le salpimenta de donaires y chistes, y le anima con el gesto y el manoteo.

La tertulia de la sala continuaba amenizada por la conversación de Pablito, que la salpicaba a cada instante con donaires, no de concepto, sino de acción, como convenía a su naturaleza plástica. Venturita no había vuelto aún. Sentóse de nuevo el sobrino de don Melchor al lado de su novia, y comenzó a hablarla mostrando timidez y embarazo.

Según las veras y ahinco con que trazaba esta trama el soldado, bien parecía tener alguna estrecha obligación que le inducía a ello; pero de ello, quier que fuese, es cierto que pidió la vihuela, y después de acordada y de dar las palmadas a su gozque, comenzó éste a saltar de buena manera y el amo a tocar por la escuela más extremada del mundo; hubo lo del Rey de Francia, lo del saludo al Emperador, el besar las plantas de la más hermosa, el señalar las que estaban de boda y otros donaires de tal parecer.

Apúrase en él la materia de tal manera, que sólo me atrevo á añadir las dos notas siguientes: La comedia de Vicente Suárez, Amor, ingenio y mujer en la discreta venganza, en la cual se mencionan muchos títulos de comedias, está impresa en la Parte primera de los donaires de Terpsícore, compuesta por D. Vicente Suárez de Deza y Avila, ugier de Saleta de la Reina, fiscal de las comedias en esta corte: Madrid, 1663.